No hay tal fuga, a no ser que se le llame así a un traslado de delincuentes fraguado en contubernio por dos narco-enclaves de dos Estados.
Dos pilotos franceses, condenados aquí a 20 años de prisión por su participación en un tráfico de 700 kilos de cocaína – atribuido originalmente por la DNCD a “organizaciones del terrorismo internacional”- fueron soterradamente favorecidos con una prisión domiciliaria avalada por la Embajada de Francia.
El tropiezo previo en el aeropuerto de Punta Cana, tan proclive al narco-negocio como el Puerto Nodal Caucedo, pudo obedecer a las pugnas inter-mafias y/o al desconocimiento de sus implicaciones.
El avión utilizado para el tráfico fallido pertenece a un magnate francés vinculado al presidente Sarkozy, quien por demás estuvo vinculado a la CIA. En esa misma nave viajó no poca veces al ex -presidente de Francia.
Eso explica el curso posterior del proceso, incluido el ocultamiento de los cómplices criollos de esa operación, posiblemente en pugna o en competencia con otros enclaves de la narco-corrupción.
La prisión domiciliaria sirvió de plataforma para definir la modalidad de “fuga” orquestada desde el Estado francés con evidente cooperación de altas autoridades judiciales, policiales y militares dominicanas.
La cooperación dominicana de seguro no fue gratis, como no lo es el involucramiento del Estado francés.
Es claro que estamos frente una cínica operación ejecutada por sendos enclaves de dos narco-poderes.
La razón de Estado de Francia como potencia no repara en escrúpulos: la garantía del control de las consecuencias de un tráfico que toca el entorno de su ex -presidente y a delicados estamentos militares, era trasladar a su territorio esas piezas del engranaje y comprar su silencio con una libertad espuria. Y así se hizo, con comando especial o sin él, pero con la complicidad de sus nefastos colegas dominicanos.
Si podrido esta el Estado dominicano, igual aunque posiblemente con más elegancia, está el francés. El tema de los Estados Delincuentes y de los Narco-Estados no es exclusivo de la periferia empobrecida y dependiente del capitalismo. La gansterización a esos niveles es un fenómeno de la multi-crisis de decadencia, por demás crónica, del sistema capitalista mundial.
El narco-negocio, junto al lavado de sus enormes beneficios, nutre su sistema financiero y multiplica fortunas de empresarios privados y altos funcionarios de Estado. La inteligencia militar-policial y los órganos anti-drogas se amalgaman con las mafias civiles de las drogas y de todos los negocios turbios. Fíjense como asoman esos componentes en este caso.
Esperen allantes, no sanciones. Lo bueno de todo lo malo es como se evidencia la necesidad de abolir este sistema, su Estado pestilente y los gobiernos que los administran. Y eso no se logrará con votos viciados en el contexto de una institucionalidad carente de democracia, sino con democracia de calle nutrida de una fuerte carga de indignación multitudinaria.
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