Alfaro espera cumplir el sueño de su padre

Por T.R. Sullivan

 

SURPRISE, Arizona — El padre del receptor colombiano de los Rangers, Jorge Alfaro, jugaba fútbol soccer. También lo hicieron sus hermanos y otros miembros de su familia en Sincelejo, ciudad ubicada cerca del mar caribe al norte de Colombia.

Los peloteros eran difíciles de encontrar en Sincelejo. Ha habido una docena de jugadores colombianos que han visto acción en la Gran Carpa, pero principalmente provenientes de ciudades grandes como Cartagena (Orlando Cabrera) y Barranquilla (Edgar Rentería).

Pero Alfaro, catalogado por MLB.com como el 46to mejor prospecto en las Grandes Ligas, está cerca de cumplir un sueño de surgir de una familia de futbolistas y llegar a la Gran Carpa.

«Nunca tuvimos peloteros en la familia», expresó Alfaro. «Pero mi papá quería que jugara algún deporte. Jugué un poco de fútbol».

Cerca del estadio de fútbol en Sincelejo, había un pequeño terreno donde los niños jugaban béisbol.

«Mi padre me llevaba ahí y comencé a jugar», dijo Alfaro. «Era como un equipo de Pequeñas Ligas pero nadie sabía que existía. Pero me encantaba el deporte y comencé a jugar béisbol».

«De donde vengo, todos conocen a los Alfaro por el fútbol. Cuando mi hermano y yo comenzamos a jugar béisbol todos pensaron que era extraño».

Jorge padre jugó fútbol profesional en Colombia, pero nunca cumplió su sueño de jugar en la selección del país. Su hijo no sabe por qué no ocurrió.

«Nunca hablaba de cosas negativas», declaró Alfaro. «Me hablaba de ser un atleta. Me decía que si quería ser una buena persona, debía darme cuenta de lo que necesitaba hacer. Debes ser respetuoso y respetar al juego. Debes ser humilde. Sin importar lo bueno que eres, siempre debes ser humilde. Él siempre ha sido una buena persona».

Cuando Alfaro tenía 14 años de edad, era obvio que tenía futuro en el béisbol. Pero también fue evidente que en una región aislada de Colombia no era la indicada si quería llegar a las Grandes Ligas. La respuesta era la República Dominicana, y Alfaro tenía una tía en la isla.

«Pero no teníamos suficiente dinero, entonces comencé a trabajar con mi padre para juntar el suficiente dinero para ir», explicó Alfaro.

Alfaro viajó porque los Indios pagaron para que estuviera en los entrenamientos de prueba. Era muy joven para firmar, pero se quedó en República Dominicana y jugó en una liga para los prospectos más destacados. Alfaro vivió con su tía, pero de otra manera, estaba solo y lejos de su hogar por primera vez en su vida a los 15 años de edad.

«Fue difícil, pero cuando tienes una meta, debes hacer sacrificios», indicó Alfaro. «Obviamente, extrañé a mi madre, mi padre y mi hermano, pero tenía que hacerlo para que mi familia tuviera un buen futuro».

Después de que Alfaro cumpliera los 16 años y podía firmar con un equipo de Grandes Ligas, fue descubierto en un juego por el escucha de los Rangers, Don Welke.

«No sabía nada de él», reconoció Welke. «En el juego que lo vi, recibió un bolazo en la rodilla. Se notaban las marcas de las costuras. Su rodilla estaba hinchada, pero siguió en el juego. Pegó un triple y un doble, y tenía un excelente brazo. Quería firmarlo ahí mismo».

Texas le otorgó un bono de US$1.3 millones por firmar. Era un infielder, pero los Rangers lo enviaron a la receptoría.

«Si tiene el talento y está dispuesto a hacerlo ¿por qué no?», declaró Welke. «Tiene un cañón en su brazo. Fue una gran inversión».

Ese parece ser el caso. Alfaro ha ascendido en el sistema del equipo, y bajo el tutelaje del instructor de receptores puertorriqueño Héctor Ortiz (ahora el coach de la primera base en Texas), se desarrolló como uno de los mejores prospectos en el béisbol. Todavía tiene trabajo por hacer y ha participado en apenas 21 juegos en Doble-A.

Alfaro ha jugado en 401 encuentros en los últimos cinco años y sus padres no lo han visto jugar en los Estados Unidos. Siguieron trabajando en Colombia y criando a Jhoandro, hermano de Jorge que firmó con los Medias Blancas el verano pasado.

«Lo comprendo», manifestó Alfaro. «Siempre están ocupados. Espero que puedan venir este año».

Alfaro no piensa si sus padres pueden venir a verlo jugar. El receptor está consciente lo duro que trabajaron para que llegara donde está y quiere recompensarlos con mucho más.

«Siempre he tratado de ser un ejemplo positivo», externó Alfaro. «De donde vengo, no tenemos muchos ligamayoristas. Quiero ser un ejemplo para los niños de lo que podemos hacer. Si tenemos una meta, podemos trabajar fuerte y alcanzarla».

«No pienso en el dinero. Estoy jugando el deporte que amo. Quiero ser capaz de ayudar a mucha gente en Colombia. Quiero ayudar a los niños a cumplir sus sueños. Ese es mi objetivo».

 

Bienvenido Carmona JR

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