Elon Musk, el hombre más rico del mundo y el rey de las polémicas entre magnates, acaba de recibir un duro golpe judicial. Este lunes, la jueza Kathaleen McCormick, de la Cancillería de Delaware, anuló su paquete salarial de $56,000 millones, el más grande jamás otorgado en la historia corporativa de Estados Unidos. ¿El motivo? Según la jueza, el proceso de aprobación fue extremadamente imparcial. No solo eso, Tesla deberá pagar $345 millones en honorarios legales.
Todo comenzó con Richard J. Tornetta, un accionista con tiempo libre y muchas dudas sobre el gobierno corporativo de Tesla. Tornetta demandó a la compañía, argumentando que el salario de Musk no solo era una locura, sino que también se había aprobado en circunstancias poco… ¿cómo decirlo? Éticas.
El paquete de 2018 prometía a Musk opciones sobre acciones si Tesla cumplía ciertos objetivos que, en ese momento, parecían más difíciles de lograr que aterrizar un cohete en Marte. Spoiler: lo lograron. De hecho, Tesla superó todas las metas, y Musk se llenó los bolsillos mientras la compañía se disparaba en valor.
Sin embargo, el problema no fue el éxito de Tesla, sino cómo se llegó a ese acuerdo. Tornetta alegó que el consejo de administración estaba demasiado ocupado adulando a Musk como para tomar decisiones objetivas. Y parece que la jueza McCormick estuvo de acuerdo: según su fallo, el proceso estuvo “viciado por conflictos de interés”.
Dos rondas de batalla legal, misma conclusión
Tesla no iba a aceptar el revés sin pelear. Después de una primera sentencia en enero de 2024 que calificó el paquete de Musk como “excesivo”, la compañía convocó una segunda votación entre los accionistas en junio. La mayoría aprobó el salario multimillonario, probablemente pensando que el hombre que te lleva al espacio merece un buen cheque.
Pero la jueza no se dejó impresionar. En su fallo del lunes, dejó claro que “la democracia accionaria no puede anular las normas básicas de gobernanza corporativa”. En otras palabras, no importa cuántos votos tengas a favor si el proceso apesta desde el principio.
Y ahora qué?
Aunque perdió el paquete salarial más grande de la historia, Musk no tiene que preocuparse por pagar el alquiler. Todavía posee el 13% de Tesla, un porcentaje valorado en $150,000 millones. Según la jueza, esto ya es suficiente incentivo para que Musk siga trabajando duro, aunque probablemente se sienta un poco menos motivado sin ese jugoso bono.
Mientras tanto, Tesla enfrenta un dilema estratégico: ¿cómo compensar a Musk sin enfurecer a los jueces? Se rumorea que la compañía podría intentar diseñar un nuevo plan salarial bajo la jurisdicción de Texas, donde ahora tiene su sede. ¿El objetivo? Escapar de la estricta supervisión de Delaware. Pero cuidado: si el consejo no demuestra que puede actuar con independencia, los abogados estarán listos para una nueva ronda de juicios.
¿Un golpe al ego de Musk o un mensaje para los CEOs?
Este caso es más que un simple drama corporativo: es un recordatorio de que incluso los gigantes tecnológicos necesitan jugar bajo las reglas. Para Tesla, es una oportunidad para replantear su relación con Musk y demostrar que la compañía no gira exclusivamente en torno a su carismático líder.
¿Y Musk? Bueno, entre SpaceX, Neuralink y su reciente amorío con la inteligencia artificial, probablemente ya esté ocupado con otro plan maestro. Pero si algo queda claro aquí es que, aunque seas el hombre más rico del planeta, las reglas del juego todavía aplican.
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