¿Quién es profesional?

Por Fernando A. De León

 En la acepción burguesa, elitista y de la clase dominante, ser profesional, es haber concluido estudios de grados superiores en cualquier disciplina cursada en universidades y academias de altos estudios.

Sin embargo, nosotros tenemos un criterio diferente. Creemos que ser profesional (en este caso en una disciplina liberal como el periodismo), es exhibir eficiencia, certitud y destreza. Pero ocurre igual en otros quehaceres; hay deportistas, carpinteros, zapateros, peluqueros y demás, que en lo que hacen, son auténticos profesionales.

Nos enteramos que en la directiva del Marcelino Vega de Nueva York, que adversa a la de Convergencia en el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), se dijo que los adeptos de esta última no somos profesionales. Es decir, que  no tenemos títulos universitarios. Hay una corriente academicista que intenta apabullar a veteranos periodistas.

Debemos decirles que tanto en esta urbe como en República Dominicana, se sabe quiénes somos profesionales del periodismo. Esto, aunque muchos de nosotros, por diversos avatares y porque nos ausentamos del país, no seguimos estudiando.

Sin embargo, podemos afirmar que en comunicaciones escritas por algunos que encabezan la directiva que nos detracta, se evidencian repetitivas faltas ortográficas elementales y otras deficiencias. Nos referimos a los que, con petulancia propia de archipámpanos, pretenden descalificarnos.

Podemos decir que más que las aulas y ser titulado, el “laboratorio de las redacciones” nos formó como profesionales. La mayoría de nuestros mentores eran empíricos. Además, hay una caterva de destacados  periodistas, egresados del Instituto Dominicano de Periodistas (IDP).

Es de justeza afirmar que nuestros estudios, no bastaron para superar a nuestros correctores. Eran sólidos profesionales; talentosos, y con una vasta cultura. Pese a nuestras consideraciones, aunque hay licenciados y otros que dejan mucho que desear, de ningún modo, esto significa que desestimemos lo académico.

Aprendimos de los “tachones” que hacían en la mesa de corrección y estilo, perfeccionándonos a la marcha; es decir, en la tarea cotidiana.  En realidad, muchas veces, el talento, la perseverancia en lo autodidáctico y el tesonero empeño; supera lo académico.

   *El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.

El Motín

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