El presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial, Luis Henry Molina Peña, manifestó este miércoles que la mora judicial no es un problema que puede resolverse con multas y coerciones a los jueces e instó a cientos de abogados a eximirse de tácticas dilatorias en los procesos judiciales.
En su discurso en la Sala Augusta de la SCJ, Molina Peña sostuvo que un problema sistémico y complejo como el del retardo en los procesos judiciales demanda un abordaje estratégico, con análisis estadísticos y con planes de trabajo que respondan a las necesidades del sector justicia, como los que desarrolla en la actualidad el Poder Judicial.
“Es importante que todos los sectores de la sociedad comprendamos que la mora no es un problema que se pueda vencer sometiendo a los jueces a multas y coerciones. Se requiere conocer la carga sistémica, que implica la complejidad de las materias, para una mejor distribución”, expuso el magistrado Molina Peña durante la audiencia de juramentación de 275 abogados.
Ante el grupo de abogados, el presidente del Consejo del Poder Judicial sostuvo que la mora es uno de los principales problemas del sistema de justicia, porque impide el efectivo ejercicio de los derechos y deberes, paraliza vidas y proyectos, alarga suplicios, eterniza conflictos, desmoraliza a los jueces y deprime los ánimos nacionales. Planteó que será imposible enfrentarla con jueces coaccionados por la precariedad y castigados por imposibilidades y problemas que son sistémicos.
En ese sentido, el magistrado Molina Peña recordó a los togados, que ahora quedan autorizados para trabajar en los tribunales del país, que ellos también tienen un importante rol frente al retardo, al que deben combatir evitando los recursos que ponen trabas a las decisiones judiciales.
“Cualquier estrategia dilatoria, cualquier mecanismo que busque retardar decisiones y complique el trabajo de las instituciones y los jueces y juezas se vuelve un atentado contra el Derecho, la justicia y el país”.
La audiencia de juramentación fue dedicada a la trayectoria de la doctora Ana Rosa Bergés Dreyfous, jueza de la Suprema Corte de Justicia desde el 1997 al 2011, a quien el magistrado Molina Peña calificó como un estandarte del Derecho, rigurosa en su formación y gran humanista.
Añadió que la magistrada Bergés Dreyfous fue catedrática de varias universidades, maestra de destacados abogados, autora de importantes publicaciones y merecedora de reconocimientos nacionales e internacionales, entre otros méritos.