Lindsay Lohan está desubicada, eso es una realidad. Para acudir a los estrenos de gala se viste en plan cuadro con pintas de hippie, en cambio, para hacer sus servicios a la comunidad se planta un mini vestido negro que corta la respiración.
La joven de 28 años pensó que un vestido corto y escotado, joyas de oro y (me juego lo que queráis) un par de taconazos eran el outfit ideal para ir a cortar hierbajos al refugio de mujeres, ¿se puede ser menos inteligente? Creo que nos ha demostrado una y mil veces, que no.
La verdad es que la estampa es un poco ridícula, verla tan ‘bien’ vestida con las tenazas de jardinería en la mano y los guantes puestos roza la vergüenza ajena pero a eso, Lindsay, ya está más que acostumbrada.
Mientras algunos medios publicaban recientemente que la joven planea fugarse al principado de Mónaco (del cual no puede ser expatriada por su falta de trafico) a vivir en el hotel de un amigo multimillonario para evadir la cárcel, estas fotos demuestran todo lo contrario.
La actriz se está esforzando a última hora para no entrar en prisión y completar as 125 horas de servicios a la comunidad que el juez Mark A. Young le ordenó con motivo del juicio celebrado en 2013 por un accidente que tuvo el año anterior en Santa Mónica.
LiLo ya tuvo suerte porque en un inicio la sentencia era de 240 horas y se la rebajaron a casi la mitad pero, aun así, la rebelde artista no movió un dedo y por eso ahora tiene que trabajar a destajo si no quiere acabar entre rejas.
Pero, al margen de sus conflictos y su modelito de pena para podar el jardín, la foto publicada junto a un niño en el Duffield Children’s Center de Brooklyn lo dice todo. En el fondo y por muy nefasta que sea su actitud a veces, Lindsay quizás merece esta segunda oportunidad, ¿logrará completar sus horas de trabajo comunitario? ¿Es justo que a ella le ofrezcan tantos aplazamientos para no entrar a la cárcel? ¿Resistirán LiLo y sus modelitos la dura jornada laboral o se acabará fugando a Mónaco con su amigo forrado de dinero?
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