LOS ÁNGELES – El Staples Center vivió la jornada más emocionante engalado de púrpura y oro, la más vibrante y satisfactoria de las últimas temporadas tras la victoria de Los Angeles Lakers a los vigentes campeones y casi imbatibles Golden State Warriors (112-95). Los roles se cambiaron en lo individual y en lo colectivo. Jordan Clarkson (24 puntos con 4-de-6 en triples) y D´Angelo Russell (21 puntos con 3-de-7 en lanzamientos exteriores y cinco asistencias) hicieron la veces de Stephen Curry (18 puntos con 1-de-10 en triples) o Klay Thompson (15 puntos con 0-de-8 desde el perímetro).

El público asistente al encuentro matinal disfrutó como nunca tras ver cómo el equipo que casi nunca gana (13-51) pasó por encima de manera espectacular ante el que casi nunca pierde (55-6). De esta manera, los Lakers se convirtieron en el primer plantel en la historia de la NBA que con un balance de .200 (.190 antes de la cita) logró un triunfo contra uno de .900 (.917 antes de la derrota).

“Fueron los calcetines”, bromeó Kobe Bryant (12 puntos) refiriéndose al homenaje que recibió por parte de sus compañeros, quienes se enfundaron unos calcetines en su honor.

Con o sin la prenda, lo cierto es que de manera inesperada, el segundo peor equipo de la competición logró batir un récord positivo después de que las dos últimas temporadas fueran las dos peores de una historia marcada por los éxitos y que les ha llevado a ser la franquicia con más campeonatos (16) tras Boston Celtics (17). Hace tiempo que el oxígeno llega contaminado a los pulmones laguneros por culpa de las malas decisiones de la gerencia en los últimos años, los efectos secundarios de tener a Kobe en la plantilla como el jugador con mejor salario de la NBA y la falta de adaptación de las jóvenes promesas.

En este desierto desolador de derrotas, de frustración y de incapacidad, este domingo se vio un haz de luz al final del túnel. Los Lakers siguen siendo un mar de dudas, no obstante, ante los Warriors, los más jóvenes demostraron que si quieren, pueden. El por qué no lo hacen más a menudo es una cuestión clave que encuentra respuesta en el compromiso y la confianza, en la falta de madurez y en las tablas. Lo que está claro es que madera tienen y en su mano está el hacer un final de temporada digno para que la reconstrucción de los Lakers en la era post-Kobe sirva para llevar a la franquicia a su zona de confort histórica: a los primeros puestos de la Conferencia Oeste, y en un futuro, a optar por el campeonato. Para eso hace falta una filosofía de juego y jugadores que sirvan de imán a jugosos agentes libres.

“Estamos construyendo un grupo joven. Tan sólo necesitamos que el pie permanezca en este pedal y seguir hacia adelante”, afirmó Clarkson. Mientras que para el coach, Byron Scott, el ejemplo que dieron ante los Warriors debe servir para construir, no para volver a la amargura de las últimas campañas. Quiere ver resultados, una evolución, obviamente una victoria, un juego excelente ante el mejor equipo del momento no es suficiente para cambiar su manera de ver las cosas.

“Esa es la siguiente gran pregunta, cómo saldremos en el próximo partido y cómo lo haremos en el futuro. ¿Seremos capaces de mantener el ritmo o daremos un paso atrás? Creo que eso mostrará dónde estamos en cuanto a los niveles de madurez”, argumentó un Scott incapacitado para predecir qué versión de sus jugadores verá de aquí en adelante.

La importancia de la victoria de los Lakers ante Golden State es incuestionable aunque relativa. Los astros se alinearon para que un juego perfecto de los laguneros no encontrara un rival en plenas facultades. Los vigentes campeones llevaron a cabo uno de sus peores encuentros de la temporada. Las pérdidas de balón (20) fueron letales y subieron los decibelios del Staples Center cuando los locales las capitalizaban (lograron 22 puntos extra gracias a los robos). También su inusual falta de puntería desde el perímetro evidenció que cuando no entran los triples, los Warriors caen en barrena a pesar de tener un abanico de opciones para inquietar la canasta rival. Al plantel de Oakland le faltó mentalidad ganadora, llegaron confiados y acabaron pagando los platos rotos.

“Es muy fácil de explicar, es la NBA. Si no estás listo para jugar, todo puede pasar, nosotros no estuvimos preparados”, afirmó Steve Kerr, que hace tan solo tres días venció a Oklahoma City Thunder en su feudo para que su equipo igualara con losChicago Bulls de la temporada 1995-96 el récord de victorias como local de la historia de la liga (44). La concentración que demostraron tanto en ese encuentro, como en el anterior ante Atlanta Hawks o el sensacional partido del fin de semana pasado contra el Thunder no fue ni de lejos la misma que evidenciaron ante los Lakers. Hubo exceso de confianza.

“Tuvimos cero atención en defensa y en ataque. Nuestros guardas tuvieron muchas carencias, no ayudaron en los rebotes, perdieron balones, y más balones, y más… No siguieron con el plan defensivo. No presionaron. Los Lakers jugaron un gran partido y me alegro por ellos. Me alegro de verdad. Es una temporada difícil para ellos y no es fácil estar en su situación. Fue una gran victoria para ellos y se la merecieron. Me alegro”, apuntó Kerr.

La victoria trajo algo de aire puro a los laguneros que fueron capaces de dar el cien por cien ante la peor versión de los Warriors. Sin nada que perder y mucho que ganar, los Lakers han de aprovechar el rebufo de moral de un triunfo inédito y demostrar que efectivamente, esa luz al final del túnel no es la de un tren que va en sentido contrario.