La patria amenazada

POR ALBERTO QUEZADA

Ante las perturbaciones y amenazas latentes a nuestra integridad territorial y soberanía por actores nacionales y extranjeros, se hace necesario elevar  un grito de reafirmación patriótica a nuestros conciudadanos para que defendamos sin  reservas  este pedazo  de isla que nos vio nacer.

El momento es propicio para que todos los hijos de esta tierra nos inclinemos reverentes al ejemplo esculpido por los padres fundadores de nuestra nacionalidad  siguiendo su ejemplo de pureza, desprendimiento y entrega sin límites,  aun en los momentos más difíciles.

En la delicada coyuntura que vive la nación dominicana se necesitan hombres nacionalistas  como Juan Pablo Duarte que vivió una vida de angustia por la patria, para luego dejar a sus compatriotas el legado de un idealismo incorruptible.

Urgimos de un patriota como Francisco del Rosario Sánchez que labró su gloria en las piedras del Baluarte del Conde y supo luego santificarla con el holocausto de ¨El Cercado¨  jamás olvidado de la memoria histórica dominicana.

Necesitamos nacionalistas como Matías Ramón Mella que refrendó  la decisión de hacernos libres con la intrepidez de su disparo rescatándonos de la servidumbre para hacernos libres de las cadenas opresoras de la sumisión y el escarnio  extranjero.

Es cierto que hemos avanzado mucho  luego de aquella epopeya e independentista, pero tenemos que mantenernos firmes, vigilantes y celoso ante la mirada y actitud amenazante de personajes y naciones  que envidian nuestro crecimiento y progreso  como nación.

Nuestra prosperidad, tiene muchos enemigos que desearían vernos siempre pobres, infelices y abandonados, como en los días en que el escritor  y militar español  Mosén Pedro de Margarite nos llamaba, con sarcástica amargura,  ¨ La Isla de las Vicisitudes¨.

Sean cuales sean señores, las sorpresas que el porvenir nos reserve, debemos  de continuar de pie y arma en mano sobre  la heredad amenazada; avisados y alertas al pie de la Bandera, como el guardián junto al faro en la noche de la borrasca.

No podemos confiar en nadie la custodia de la soberanía de nuestro pueblo, en la actual coyuntura,  hasta tanto no se despeje la atmósfera de asedio nacional e internacional del que estamos siendo víctima  con marcada intención dañosa.

El momento es, pues, para fundirnos en un abrazo de concordia y unidad  gritando al mundo entero que en nuestra patria seguimos más inclinados que nunca a esos tres postulados que están grabados en nuestro Escudo  Nacional que dicen: ¡Dios, Patria y Libertad!.

El autor es periodista y magíster en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo. Quezada.alberto218@gmail.com

El Motín

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