Por David R. Lorenzo
El miércoles de esta semana un joven descarriado, tildado como peligroso delincuente juvenil, desobediente hasta más no poder de los consejos de sus padres, llamado Nelfi de Jesús Rodríguez, de 22 años, tuvo un desafortunado encuentro con agentes de la Policía Nacional, en la República Dominicana.
Rodríguez, Tenía como primer apellido “De Jesús”, pero no tenía nada de divino. Comenzó a darles “carpetas” a sus progenitores desde adolescente, y se fue rankiando en el bajo mundo, hasta convertirse en un antisocial y un peligro para la paz pública. Era buscado por la Policía mediante la orden de arresto No. 530-2023-EMES.01741, por supuestamente haber matado a cuatro personas y herir al menos a 10, pero se cree que fueron muchos más los ultimados.
De acuerdo a informes, el último en herir a tiros fue a un joven, porque alegadamente lo miró mal. Así que este desventurado muchacho, era rápido en sacar su pistola y herir o mandar al otro mundo a cualquiera, ya sea en un atraco, en disputadas con otros pandilleros o por cualquier insignificancia.
Nelly de Jesús, una de sus hermanas, reveló que Nelfi, a pesar de los innumerables consejos recibidos, nunca abandonó el camino equivocado.
El problema, al igual que miles de personas, es que en lugar de buscar de Dios, y transitar por el bien y senderos bien pavimentados, se dejan atrapar de las inconductas y los vicios, como robos, estafas, asesinatos, drogas, alcoholismo, juegos y vapeos, entre otros, y se convierten en esclavos de éstos, que les provocan sus propios castigos, ya que desarrollan patrones desencadenantes como las desdichas y amargos sufrimientos a ellos y a otros.
Y como yo digo en mi libro titulado “El Adicto”, “dale un pequeño espacio en tu vida a los vicios y las inconductas, y en poco tiempo lo tomaron todo, porque ellos degustarán sin saciarse”.
Una vez atrapados, no pueden vivir ni en armonía familiar, ni social, ni consigo mismo, sino que transitan un camino largo, estrecho y oscuro, con ausencias de rosas y abundancias de espinas, tragedia que la viven también sus padres.
El final de esta historia ocurrió el miércoles 1 de noviembre de este 2023, en horas de la tarde, cuando Nelfi fue descubierto por la Policía en un apartamento ubicado en el residencial Las Bienaventuranzas, de la avenida Jacobo Majluta, en Santo Domingo Norte, perteneciente a la madre de su concubina.
Los familiares del joven dicen que la pareja de Nelfi, que no identifican, fue quien lo delató por una supuesta venganza, debido a una acalorada discusión que habían tenido hacían unos días.
Durante el encuentro con los agentes Nelfi sacó su pistola y comenzó a disparar, produciendo un fuerte y prolongado tiroteo que espantó a los residentes de la vecindad, porque pensaban que la guerra de entre Israel y Hamás al parecer se había trasladado a ese sector dominicano.
Al ver la verdad y la gravedad del caso, Nelfi comenzó a recuperar un poco del sano juicio, al sentir que su fin podría estar cerca. Así fue que se le ocurrió comunicarse por videollamada, no sabemos cómo, desde el baño del apartamento donde estaba, al periodista Leonardo Mercedes, a quien le suplicaba que llegara rápido porque lo iban a matar. Dicen que también llamó a su padre.
Pero también, se comunicó con su madre, Esperanza Rodríguez Ozuna, quien exclamó entre lágrimas a medio de comunicación: “Mi hijo me llamó cuando lo tenían ahí acorralado (…) y me dijo que lo iban a matar”.
El joven, llamó a Mercedes, a su padre y a su madre, pero, probablemente no le pidió a Dios que lo salvara, porque no lo tenía ni en su mente, ni en su corazón. Estaba atrapado por el demonio. A él, en ese momento escalofriante le importó su vida, pero no las de los otros que había ultimado.
A él probablemente lo llamaron múltiples veces para que se apartara del camino del mal y lo aconsejaron que buscara la virtud y su paz interior. Probablemente también lo llevaron donde psicólogos y psiquiatras, pero nunca hizo caso. No se arrepintió como bíblico hijo pródigo.
Quizás pensó que el que estaba bien era él, y los que estaban mal eran los otros. Tal vez vociferó en múltiple veces ¡Déjenme en paz! ¡Yo sé lo que hago! ¡Suéltenme en banda! ¡Ustedes están locos! Y probablemente sentía placer en lo que hacía, porque las inconductas y los vicios son peores que una serpiente letal, son su propio veneno.
Pero, en ese momento de angustia clamó por ayuda, incluyendo a sus padres, pero fue demasiado tarde. Cayó abatido por los agentes policiales, porque como dice un refrán, y hasta una canción: “todo tiene su final”, y yo también digo, los viciosos y los inadaptados sociales, tarde o temprano detienen su andar, para bien, o para mal.
Posdata: El autor es periodista, abogado dominicano y autor del libro “El Adicto”.
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