Haití urge de real y efectiva ayuda humanitaria

Por Juan López

El vecino pueblo haitiano, definitivamente, “tiene mala suerte”. La suerte, en tanto azar histórico, se considera como la “coincidencias  en el tiempo y el espacio de acontecimientos negativos o positivos en una persona, animal o institución”. En esta ocasión le azotan  graves hechos negativos en formas consecutivas a la república de Haití:

Actualmente, el pueblo haitiano padece los efectos de una aguda crisis sanitaria generada por la pandemia del coronavirus, con miles de contagiados y decenas de muertos. Una crisis sociopolítica que llega a su clímax en las confrontaciones callejeras de los partidos de oposición y las acciones criminales de bandas armadas que, mediante acciones violentas, secuestros, extorsiones y muertes, controlan y mantienen en zozobra  importantes zonas del país.

A esas situaciones se les agrega la crisis de institucionalidad y gobernabilidad. El congreso  fue cerrado desde hace más de un año y, el pasado 8 de julio, se produjo el cruento magnicidio de su presidente Jovenel Moise que, a la fecha, todavía se desconocen los verdaderos motivos y auténticos autores materiales e intelectuales de ese horrendo crimen.

Tampoco se puede olvidar la secuela de dictadorzuelos y pésimos gobiernos caracterizados por la corrupción, narcotráfico e impunidad  que, desde hace décadas,  corroen las entrañas del Estado haitiano.

Como si esos fatales acontecimientos  no fueran suficientes para esa desdichada nación, la naturaleza se ensaña  de nuevo contra Haití a través del mortífero terremoto de este sábado 14 que, en la fuerte escala 7.2, produjo múltiples daños a cientos de viviendas y diversas estructuras físicas, 304 muertos, cientos de desaparecidos y miles de heridos;  obligando a otra declaratoria de estado de emergencia para todo el país.

Es pertinente recordar que hace once años (12 de enero del 2010) Haití también fue víctima del más terrible sismo de América Latina. En el mismo centro de la capital, Puerto Príncipe, se produjo una histórica debacle de una inmensa cantidad de destrucción de edificaciones, con más de 316,000 muertos, miles de desaparecidos, heridos y cientos de familias quedaron totalmente desalojadas en el malvivir como damnificadas, que todavía  bajo infrahumanas carpas permanecen más de 60 mil haitianos.

A ese tétrico panorama se le adicionan estos datos:     Haití es el país más pobre del hemisferio occidental, con más de 12 millones de habitantes que sufren las más altas tasas de desempleos y analfabetismo del continente americano.

Sin presidente ni congreso, desde el pasado 12 de julio, ese país es “gobernado” por Ariel Henry, en calidad de primer ministro transitorio para llevar a cabo elecciones generales, programadas para el próximo 7 de noviembre. Al margen de que un sector de la oposición se opuso a esa fecha, esta nueva situación creada por el terremoto y el estado de emergencia, es muy posible que se vuelva a posponer la realización de esos comicios, para los cuales ya 119 partidos habían garantizado su participación.

La dramática situación económica, social y política por la que atraviesa Haití, obligan a la comunidad internacional a implementar una solidaridad humana  con urgencia e implementar una autentica, real y efectiva ayuda humanitaria para el pueblo haitiano.

Por igual, consideramos propicia la ocasión para reiterar la sugerencia que hicimos a través del artículo “Magnicidio en Haití: vacío de poder e incertidumbre… ¿Qué hacer?”, publicado  en este prestigioso periódico, el pasado 11 de julio, que ahora sintetizamos:

“No obstante las fallidas y frustrantes acciones de la comunidad internacional en Haití, ahora más que nunca, se necesita con urgencia que la ONU  (auxiliada por el BID, Banco Mundial, FMI,  EE.UU., Francia, Canadá y Unión Europea) proceda a ejecutar un fideicomiso y, simultáneamente, prepare las condiciones para realizar elecciones democráticas y transparentes para escoger sus próximas autoridades, en un plazo no mayor de un año.”  ¡Ojala tenga receptividad esta sugerencia!

El Motín

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