Frustración generalizada ante multidimensional crisis haitiana

Por Juan López 

Dos años después del magnicidio del presidente Jovenel Moïse (el 7 de julio de 2021) siguen en las brumas las reales causas e identificación de los verdaderos autores de ese horrendo crimen.

En Haití, y a nivel internacional, se evidencia una frustración generalizada ante la impotencia e incapacidad para  solucionar la muy compleja crisis multidimensional que, desde hace décadas, padece el sufrido pueblo haitiano.

Los “esfuerzos” de la ONU, OEA, EE.UU., Canadá, Unión Europea, CARICOM, varias ONGs internacionales y del gobierno dominicano han resultados totalmente fallidos e insuficientes ante el incomprensible comportamiento de las élites económicas, sociales y grupos políticos haitianos para gestionar una solución a las enmarañadas crisis que hunde en el fondo de un profundo precipicio al pueblo haitiano.

Desde hace más de dos años, Haití carece de presidente legítimo y del congreso nacional. La clase política y sociedad civil no han sido capaces de consensuar la necesaria realización  de elecciones para escoger sus legítimas autoridades.

El primer ministro Ariel Henry “gobierna”, provisionalmente, en un 20 % del territorio, porque el otro 80 % está controlado y mal administrado por varias bandas delincuenciales, bien armadas y cometiendo crímenes, secuestros, extorsiones, saqueos  y violaciones con absoluta impunidad.

Mientras tanto, en Haití reina la miseria, el desempleo, la inseguridad ciudadana, la falta de alimentos que tiene a más de tres millones de niños padeciendo crónicas desnutriciones. Los pocos hospitales que todavía funcionan carecen de equipos y medicamentos, la mayoría son analfabetos, las escuelas semi-paralizadas, total ausencia de inversiones extranjeras  y de turistas.

Esas situaciones mantienen al pueblo haitiano  como el más pobre de todo el hemisferio occidental. ¡Sin vislumbrarse una cercana esperanza de solución ante tan tétrica crisis humanitaria y multidimensional!

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, después de su visita a Haití, la pasada semana, y comprobar las deprimentes informaciones que le presentaba la señora María Isabel Salvador, encargada de la Oficina Integrada de la ONU en Haití,  volvió a solicitar en el Consejo de Seguridad de la ONU, el pasado jueves 7, que se acepte la reiterada solicitud de intervención que hicieron el primer ministro y gabinete haitianos,  para lo cual es necesario que un país asuma el liderazgo para materializar la intervención policial para acudir en auxilio de la seguridad ciudadana en Haití. ¡Lógico, ningún país quiere aceptar esa enorme  responsabilidad! 

En principio, por respeto a la autodeterminación y libre albedrío  de los pueblos,  fuimos  opuestos a una cuarta  intervención militar en Haití (EE.UU. lo ha ocupado dos veces y la ONU una vez con la MINUSTAH).  Sin embargo, ante la inconsecuencia total de las élites económicas, sociales y políticas haitianas, ya no hay otra salida ante la frustración generalizada de  la multidimensional crisis haitiana.

La seguridad y el sosiego de los países de la región, en especial la RD, y por el bienestar social de los haitianos, cambiamos de opinión: Ahora consideramos que resulta apremiante que la ONU gestione la implementación de un plan  integral que incluya cuantiosas inversiones económicas y tecnológicas, claras estrategias de asistencias sociales y  una fuerza militar mixta en condiciones de  finiquitar el bandidaje y  la desgracia que padece el pueblo haitiano. Claro, hasta que, en el más breve plazo posible, se realicen elecciones libres, equitativas, democráticas y transparentes.

¡La irracionalidad política, insensibilidad social e irresponsable comportamiento de las élites haitianas no han dejado siquiera una brecha para otras alternativas!

El Motín

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