El MotínValeria Ortega, madre y abuela dominicana de 64 años, murió tras ser baleada en la cabeza cuando caminaba al supermercado con su hijo la mañana de ayer en Inwood (NYC).
El disparo mortal se produjo minutos después de que un hombre de 26 años recibiera un disparo y resultara gravemente herido a una media milla de distancia. No está claro si hay conexión entre ambas balaceras.
Ortega fue alcanzada al parecer por una bala perdida en Dyckman Street y Vermilyea Avenue alrededor de las 11:31 a.m. del lunes, a sólo unas cuadras de su casa. Más tarde la declararon muerta en el Hospital Harlem, según la policía.
“Oh, Dios mío”, declaró al New York Post su esposo Vicente García mientras lloraba cerca de la escena donde aún yacía la bufanda ensangrentada de la víctima. “Mi hijo me dijo: ‘Mira a mi madre’… Mi hijo me dijo: ‘Mira a mi madre’”.
Edgar García, quien trabaja como empleado en una tienda GNC en la misma esquina, dijo que escuchó los disparos y al salir vio a la víctima sangrando mientras yacía agonizante en la acera, en medio del frío que está azotando a Nueva Yok. “Ella ya se había caído al suelo… La vi tirada allí mientras la sangre corría… Estaba acostada boca abajo cerca de su carro de compras”.
Un amigo de la familia le dijo a Pix11 que Ortega era una madre de tres hijos y abuela que estaba tratando de disfrutar su vida como trabajadora jubilada.
Quien posea información debe llamar a 1-800-577-TIPS (8477) y en español 1-888-57-PISTA (74782). También a través de la página crimestoppers.nypdonline.org o por mensaje de texto a 274637 (CRIMES), seguido por TIP577. Todas las comunicaciones son estrictamente confidenciales. Mientras la violencia armada ha arreciado en Nueva York, hay muchos casos de “balas perdidas” que alcanzan a personas “por error” en las calles y hasta dentro del Metro. En algunos tiroteos las víctimas son niños y ancianos.
Luego del auge de balaceras en 2020 y 2021 particularmente entre jóvenes miembros y/o víctimas de pandillas, el 2022 ha mantenido la misma tendencia. En muchos casos los pistoleros usan armas “fantasma”, llamadas así porque carecen de serial para ser rastreadas y suelen ser de fabricación casera.
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