El pasado 20 de junio, poco antes de la medianoche, Lesandro «Junior» Guzmán-Feliz, un adolescente de origen dominicano de 15 años, salió de su casa hasta una tienda de comestibles cercana.
Pero nunca regresó.
Un grupo de jóvenes armados con machetes y un cuchillo entraron al comercio, lo sacaron a rastras, lo apuñalaron, cercenaron su cuello y lo dejaron tirado en la acera.
«Intentó ingresar a la tienda porque pensó que estaría a salvo, pero lo arrastraron hacia afuera como un perro», contó la hermana de la víctima, Génesis Collado-Feliz, al diario New York Post.
Pese a las heridas, «Junior» logró levantarse, entró nuevamente a la tienda —al parecer, en busca de ayuda—, y luego intentó caminar hacia un hospital cercano.
Pero murió antes de llegar.
Aunque en El Bronx son frecuentes las muertes a manos de bandas criminales, las grabaciones explícitas del suceso a través de las cámaras de seguridad y de los teléfonos de algunos testigos en la zona hicieron que las imágenes del asesinato del adolescente se volvieran virales en redes sociales y llegaran más allá de Nueva York.
Las causas y el papel de las redes
Un informe de la Policía de Nueva York indica que los atacantes, al parecer, confundieron al joven con otra persona.
Según esta versión, los presuntos pandilleros buscaban a otro joven que publicó un video en las redes sociales en el que se le veía manteniendo relaciones sexuales con la hermana de uno de los supuestos miembros de Los Trinitarios, una pandilla integrada mayoritariamente por inmigrantes dominicanos.
Hasta el momento, las autoridades han detenido a ocho personas presuntamente implicadas en los hechos, con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años.
Y para realizar estos arrestos, el uso de las redes sociales ha sido una de las claves, según la policía.
«Sus pistas han sido de un valor incalculable», dijo en Twitter el jefe de detectives de Nueva York, Dermot Shea, tras difundir un video en que se veía a los atacantes del joven y ser contactado después por decenas de personas que querían aportar información al caso.
Shea le dijo al diario The New York Times que donde los detectives podían haber encontrado antes una puerta cerrada a la colaboración ciudadana, ahora podían tener acceso a informantes discretos gracias al poder de las redes sociales.
«El caso de Lesandro mostró que los funcionarios apenas están comenzando a aprovechar su potencial», dijo Shea, especialmente en lugares donde las personas temen ser vistas hablando con detectives por temor a represalias.
Los informes oficiales que se han hecho públicos indican que el menor asesinado no tenía relación con ningún grupo criminal, no tenía historial delictivo y participaba en un círculo de jóvenes de la ciudad con aspiraciones para ser policía.
Indignación
Aunque los asesinatos y hechos violentos en el Bronx son frecuentes, el suceso conmocionó Nueva York y gran parte de Estados Unidos.
Miles de personas se manifestaron por el popular barrio durante el pasado fin de semana para pedir justicia para el adolescente asesinado. Incluso estrellas de la música como Rihanna y Cardi B se sumaron a los tributos.
El jefe del Departamento de Policía de la ciudad, Terence Monahan, lo consideró uno «de los crímenes más brutales» que ha visto en sus 36 años de carrera.
El video del asesinato alcanzó más de 100.000 reproducciones en pocas horas en Facebook e Instagram, mientras la etiqueta #JusticiaparaJunior también fue utilizado miles de veces.
El entierro realizado el pasado lunes se convirtió en un acto de masas, mientras en las redes sociales lo sucedido sigue generando cuestionamientos sobre el papel de los estereotipos hacia jóvenes latinos, sobre el rol de la policía en estos casos o de la indolencia de los testigos ante este tipo de situaciones.
Y es que las condenas se multiplicaron luego de que los videos mostraran que ni los empleados de la tienda ni personas que caminaban por la acera se inmutaron ni intentaron ayudar al adolescente, antes durante o después de ser atacado.
Otro de los cuestionamientos apunta incluso contra los mismos policías, a quienes algunos testigos acusan de no haber hecho nada para ayudar cuando llegaron a la escena del crimen.
Uno de los videos difundidos esta semana muestra a varias personas que finalmente se acercan al joven agonizando e intentan cubrir la herida de su cuello con lo que parecen ser servilletas, mientras los agentes miran impávidos.
«Y ¿ustedes qué están haciendo ante esto? Estamos cerca del Hospital Barnabas», les grita a los agentes una de las personas que intenta socorrer a «Junior».
La policía de Nueva York anunció esta semana que «está revisando» la respuesta dada tras el ataque y que la investigación sobre el asesinato todavía está abierta.
Mientras, la esquina donde ocurrió el incidente se ha vuelto un memorial donde han acudido miles de personas para depositar flores y ofrendas o condenar lo sucedido.
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