París, Francia.-Para unos es la cara de la juventud politizada en Francia. La que quiere hablar, participar y tener más visibilidad. Para otros es apenas un niño, tal vez manipulado y sin mucha credibilidad. Manès Nadel tiene ahora 17 años, pero se dio a conocer el año pasado durante las manifestaciones en contra de la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron. Su juventud, pero sobre todo su oratoria, lo propulsaron en el paisaje mediático del país. Durante un tiempo estuvo fuera de los focos. Hasta que volvió a reaparecer en un mitin de la alianza de izquierdas Nuevo Frente Popular, poco antes de la primera vuelta de las elecciones legislativas anticipadas que concluyen este domingo.
Su figura produce cierta fascinación y al mismo tiempo, genera dudas por la sobreexposición mediática de la que ha sido objeto. Ha sido invitado a programas especiales, entrevistado por canales de información continua y en platós de televisión. Algunas veces se le ha comparado con la activista ecologista sueca Greta Thunberg. Él, en cambio, se define de otra manera. “Yo, en realidad, soy un sindicalista”, dice durante una entrevista cerca de su instituto, en un barrio acomodado de la capital francesa. Ni líder de la juventud ni portavoz, añade el adolescente, vestido con una camiseta verde y un pantalón de mezclilla.
Durante las protestas contra del proyecto de Macron de aumentar la edad de jubilación, Nadel era el representante de una asociación de estudiantes de secundaria llamada La Voix Lycéenne. Actualmente, es el vicepresidente de otro grupo, la Union Syndicale Lycéenne (USL), afín al sindicato CGT —el segundo más grande de Francia— que, según él, reúne a cerca de 3.500 alumnos en todo el territorio. Sus acciones incluyen manifestaciones, realizar bloqueos de institutos ―como el que lo dio a conocer― o distribuir folletos para futuras convocatorias. En las últimas semanas, estos alumnos se han posicionado claramente a favor del Nuevo Frente Popular y han llamado a apoyar a sus candidatos, procedentes de La Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista, Los Verdes y el Partido Comunista.
El 17 de junio, Nadel fue invitado al primer mitin de campaña de la alianza de izquierda, creada para intentar evitar una victoria del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional (RN) en las legislativas, convocadas por tras el revés sufrido en las europeas. Durante la cita, agarró el micro y, subido al escenario, citó una frase atribuida a Lenin: “Hay décadas donde no pasa nada y hay semanas donde pasan décadas”. Y añadió, levantando la voz y gesticulando como suelen muchos políticos: “Faltan dos semanas para que hagamos realidad en Francia la república social, y que en esta República queden ancladas sus conquistas sociales”. Su facilidad oratoria y su determinación recordaron sus intervenciones pasadas frente a las cámaras, en las que siempre se ha desenvuelto con mucha seguridad.
Una figura que divide
Sentado en un café, admite que es consciente de que la manera en que se expresa puede llamar la atención, dada su edad. “No es un don, también es una cuestión de suerte”, explica, citando el concepto de capital cultural del sociólogo francés Pierre Bourdieu. “El hecho de estar en un entorno un poco culturizado, con familia, profesores, eso también ayuda a tener una estructura para hablar”, dice. Su padre es profesor de Economía y su madre funcionaria. Tiene cuatro hermanos, aunque prefiere no hablar de ellos. Entre su trabajo en la asociación estudiantil y la escuela, asegura que no tiene mucho tiempo libre. Tampoco se explaya demasiado en lo que le gusta hacer, además de esas actividades, aunque comenta que le gusta la música. “A los periodistas os gusta mucho ese tipo de preguntas”, bromea.
Cuando empezó a acaparar la atención mediática, pensó que no era del todo sano y que revelaba cierta forma de sensacionalismo. Pero después, decidió junto a la organización que iban a aprovechar el podio para comunicar sus reivindicaciones, y dar sus puntos de vista sobre la actualidad política y social del país. Entre las principales preocupaciones de la asociación están el auge de la extrema derecha, que tiene opciones para hacerse con el poder en estas legislativas, y la crisis climática. “Para mí hay una necesidad urgente de cambiar radicalmente nuestra manera de funcionar”, dice el joven, que es también muy activo en redes sociales. Tiene más de 62.000 seguidores en X, 21.000 en Instagram y casi 37.000 en TikTok.
Su activismo sorprende y molesta a la vez. Sus elementos de lenguaje contrastan con su físico de adolescente, y han desatado a veces reacciones hostiles en redes, pero también de políticos y periodistas. “Que trabaje primero, que haga sus estudios y después construirá la sociedad”, reaccionó, por ejemplo, el exministro de Hacienda y Trabajo Eric Woerth, actualmente parte del bloque macronista. Cuando se sugiere que ha sido instrumentalizado por adultos o incluso políticos, él contesta, como lo hizo en una entrevista en 2023 para Le Parisien: “Que tengamos 15 años no significa que no sepamos pensar y que estemos necesariamente adoctrinados”. Ante las críticas que lo acusan de ser parte de LFI, asegura que no es miembro del partido y que su asociación tampoco ha recibido financiación de la formación de Jean-Luc Mélenchon.
Ni Nadel ni sus compañeros tienen aún edad para votar. Pero no dudan en expresar sus opiniones y en informarse de lo que está pasando en el país. El adolescente habla de “déficit democrático” y para justificarlo, cita el hecho de que Macron haya recurrido al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar la reforma de las pensiones. El procedimiento, que permite eludir el voto parlamentario, es democrático y constitucional, pero alimentó las acusaciones de autoritarismo y agravó el abismo que ya separaba al presidente de la opinión pública.
Todavía falta un año para que Nadel termine la escuela. Mientras pasa frente a su instituto, saluda a un miembro del profesorado. Aún no sabe lo que le gustaría estudiar, aunque cita carreras como las de ciencias políticas o relaciones internacionales. Pero ahora prefiere centrarse en el presente. Luego ya verá.
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