Para Luiz Barsi ser rico no fue un objetivo, sino una consecuencia de su determinación de «no volver a ser pobre». A sus 84 años, este brasileño es uno de los más acaudalados del país gracias a un excepcional éxito en la Bolsa.
Conocido como «el Warren Buffett brasileño» por su influencia en el mercado de valores de Sao Paulo, Barsi creó un patrimonio de 4,000 millones de reales (unos 800 millones de dólares), según una estimación de la revista Forbes, con un método que enseña como su legado.
Sin embargo, continúa trabajando a diario por «vicio» y porque «la rueda no puede parar», dijo a la AFP este hombre de anteojos y cabello blanco, en una sala de sus oficinas en el centro de la mayor metrópoli brasileña.
«Si la rueda para, vuelvo a ser quien era», afirmó el multimillonario, uno delos mayores inversores individuales de la plaza bursátil más importante de América Latina.
Desde abajo
Nacido en Sao Paulo, fue el único hijo de un matrimonio de descendientes de inmigrantes europeos.
Perdió a su padre cuando tenía un año y se las rebuscó con su madre para subsistir, viviendo en una residencia colectiva en el barrio de Bras, de clase trabajadora.
Más tarde, «volver allí era un recordatorio constante de que necesitaba desesperadamente mejorar mi vida», cuenta Barsi en su autobiografía publicada en 2022.
Vendió dulces en el cine, lustró zapatos y fue cadete de una empresa sin descuidar sus estudios, hasta formarse en Derecho y Economía y Contabilidad.
El señor de los dividendos
Barsi sostuvo que un buen inversor debe «controlar su ego» y muestra un estilo de vida austero.
Comenzó hace más de cinco décadas a buscar «nuevas formas de ganar dinero, con poco para invertir», mientras trabajaba como auditor de empresas, separado de su primera esposa y con cuatro hijos por mantener (luego tendría otra hija en segundas nupcias).
Actualmente, gana alrededor de un millón de reales diarios (unos 200,000 dólares) en dividendos distribuidos por las empresas en las que es accionista, según su hija Louise, presente en la entrevista.
Lo logró con «disciplina» y «pocos errores», además de tiempo: «Nadie se hace rico de la noche a la mañana», aseguró el inversor.
Barsi se considera «un pequeño dueño» de empresas como la papelera Klabin o del banco Santander, entre algunas de las cuales es accionista.
En esas palabras resume una filosofía que, señaló, contrasta con la de gran parte de los casi cinco millones de inversores individuales que operan en la Bolsa paulista.
«La mayoría son especuladores que convirtieron la bolsa en un casino de valores», intentando lucrar a corto plazo, dijo.
La fórmula que Barsi enseña a través de una plataforma educativa («Acciones garantizan futuro»), cofundada por Louise, consiste en formar una cartera con una gran cantidad de acciones de empresas adquiridas a precios bajos en sectores «perennes», como energía, bancos o celulosa.
Y lo principal: estas deben garantizar una ganancia mensual en dividendos, explica Barsi, que desprecia opciones como renta fija, cuyo retorno considera escaso, o criptomonedas, que definió como una «fantasía».
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