Por Rafael Méndez
“Si Luis Abinader no aprovecha esta robusta base de aprobación, saldrá muy maltrecho porque la última gestión es la que construye el retrato histórico. El ejemplo de Danilo Medina sigue fresco. Por eso, debe medir muy bien sus pasos y andar con más cuidado que en su debutante gestión”.
Ese consejo sin desperdicio, le hace José Luis Taveras, amigo del presidente Abinader, en su último artículo publicado en un prestigioso diario local, a lo que no parece riesgoso añadir que el panorama político en la República Dominicana corre el riesgo de una innecesaria inestabilidad política y social si el Jefe del Estado mantiene como “una de las primeras de esas reformas que quiero hacer es la constitucional”.
De esa manera, el mandatario hace caso omiso a la advertencia de muchos sectores y personalidades, entre ellas cabe destacarse la oposición firme y radical del ex presidente Leonel Fernández, una figura clave en la redacción de la Constitución del 2010, y quien estamos seguro defenderá su legado “a capa y espada”, pero que además advierte, los riesgos potenciales que podrían surgir de una modificación apresurada o mal concebida de la carta magna.
Esta postura de Fernández no solo es una defensa de su legado político, sino que también refleja una preocupación genuina por la estabilidad democrática y la institucionalidad en la República Dominicana, ya que su experiencia le permite vislumbrar las posibles implicaciones de cambios en la Constitución y su impacto en la gobernabilidad del país.
El enfrentamiento entre Abinader y Fernández plantea un desafío significativo para el futuro y la estabilidad política y social del país, por lo que desde ya se podría advertir, que tal como sucedió en el 2019, la explanada frontal del Congreso Nacional volverá a ser escenario de duros enfrentamientos, de imprevisibles consecuencias.
Y es que introducir una reforma constitucional como principal eje de su gestión podría desviar la atención de otros temas urgentes que requieren atención inmediata, como son la economía, la salud, la educación y la seguridad que son áreas fundamentales que suelen ser prioritarias para los ciudadanos, las cuales podrían quedar relegadas si el foco se centra exclusivamente en la reforma constitucional.
La reforma constitucional como principal eje de la gestión de Abinader conlleva riesgos de inestabilidad política, por lo que se impone que el presidente evalúe cuidadosamente estas implicaciones y busque un enfoque que promueva el progreso del país de manera inclusiva y sostenible.
Y como si ganara un referendo, y no unas elecciones, el presidente Abinader, desde ya siembra las dudas, y parecería que podría “volver el cántaro al jarro” …
«Y nosotros asumimos eso como un gran compromiso, un gran compromiso, para las reformas que necesita la República Dominicana, para avanzar, para eliminar la pobreza, para mejorar nuestra calidad de vida, para mejorar la salud, para mejorar la seguridad ciudadana, para mejorar nuestra educación.
«Este poder que tenemos, que este deseo de la población dominicana de que hagamos estos cambios, lo hagamos juntos. Nuestro objetivo es que en los próximos meses podamos realizar organizadamente esos cambios, y una de las primeras de esas reformas que quiero hacer es la constitucional para de una vez y por todas poner ese candado y un Ministerio Público independiente».
“Entre elecciones y decepciones”, de José Luis Taveras, un hombre del Presidente
“La responsabilidad del PRM, después de este proceso, se agiganta; demasiado poder para malgastarlo inútilmente. Se trata de una victoria avasallante que no puede diluirse en lo rutinario. El mandato es inequívoco: el país quiere cambios profundos y es hora de hacerlos”.
“Si Luis Abinader no aprovecha esta robusta base de aprobación, saldrá muy maltrecho porque la última gestión es la que construye el retrato histórico. El ejemplo de Danilo Medina sigue fresco. Por eso, debe medir muy bien sus pasos y andar con más cuidado que en su debutante gestión.
“Yo, en su caso, relegaría las deudas políticas derivadas de las alianzas electorales y conformaría un gabinete enteramente nuevo, comprometido y capacitado, que trabaje sobre un plan cuatrienal bien elaborado y con revisión de resultados cada seis meses. Hay ministerios que todavía no han despegado, consumiendo su gestión en lo rutinario.
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