Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la policía nacional y los servicios de inteligencia montaron un escudo de seguridad para proteger la llegada y permanencia de Joe Biden a esta ciudad, que se encuentra en estado de guerra tras el ataque terrorista de Hamas que dejó más de 1.500 muertos, al menos 199 rehenes y un número aún no precisado de heridos.
Biden se encontró con Benjamin Netanyahu para analizar el plan de batalla israelí y sus eventuales consecuencias geopolíticas en Medio Oriente. Además coincidió en la versión de Jerusalén sobre lo que sucedió este martes en el hospital Al Ahli al Arabi de Gaza, donde cayó un misil que los terroristas adjudicaron a Israel pero que luego se comprobó que se trató de un lanzamiento fallido, realizado por la Yihad Islámica desde las cercanías del centro de salud afectado.
Luego de su diálogo privado, se sumaron el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken y Jake Sullivan, consejero de seguridad nacional de EEUU. Por el lado de Israel, el gabinete de guerra presentó su visión sobre las operaciones que quieren llevar adelante para aniquilar a Hamas en la Franja de Gaza.
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El mandatario estadounidense dialogó luego con el presidente de Israel, Isaac Herzog, y en breve se producirá una reunión con familiares de las víctimas de los ataques de Hamas.
El presidente de los Estados Unidos apoya la destrucción total de Hamas y la invasión a Gaza, pero le planteó a Netanyahu que esa hoja de ruta no puede significar el comienzo de una guerra Santa liderada por Irán y acompañada por Siria, Rusia, Afganistán y El Líbano.
La cumbre entre Biden y Netanyahu se desarrolló en el hotel Kempinsky, ubicado frente al Mediterráneo. Toda la zona en un radio de seis cuadras a la redonda fue bloqueada por la policía y las fuerzas de seguridad.
Hay naves que patrullan desde la costa del Mediterráneo, helicópteros que protegen el espacio aéreo y vallas que se extienden a lo largo de la avenida Herbert Samuel.
La agenda del día incluye un encuentro del que participan familiares de los secuestrados por los terroristas de Hamas durante su incursión del 7 de octubre en los kibutz del sur de Israel, donde masacraron a más de mil personas y se llevaron a su territorio al menos a 199 rehenes.
Estados Unidos mejorará la capacidad bélica de Israel para evitar que la inminente guerra en la Franja se extienda en el tiempo con las inevitables bajas humanas y los imprevisibles costos políticos.
Pero este apoyo al esfuerzo militar israelí no significa una carta blanca para Netanyahu, que propuso un plan de batalla que es considerado excesivo para la Casa Blanca por sus eventuales consecuencias geopolíticas en la región.
Biden teme que la profundidad de los planes militares de Netanyahu desemboquen en una crisis humanitaria y en un guerra regional que implique la participación obligada de Estados Unidos.
Si Netanyahu fuerza la lógica de su ofensiva contra Hamas -explicaban este martes en Washington-, eso puede terminar en un enfrentamiento directo con Irán, que apoya a Hamas en Gaza y a Hezbollah en el Líbano.
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