Conseguir que los bebés duerman noches enteras, cada vez más largas, es importante para el descanso de los padres y también, dicen los expertos, para el estado de ánimo y el desarrollo físico y cognitivo de los niños. Algunos papás se atreven con sus propios métodos para dormir a sus ‘peques’ en tiempo récord (y veremos que incluso en esos casos, todos tienen puntos en común como por ejemplo un sonido relajante y monótono), mientras que otros tienen problemas para irse a la cama hasta pasados los tres años.
«El sueño es un proceso mental en el que se procesa información almacenada en la memoria», explica el doctor Gonzalo Pin, pediatra experto en Trastornos y Medicina del Sueño. «Durante los primeros meses de vida, el sueño contribuye a los procesos de maduración del sistema nervioso central, principalmente del cerebro, lo que estimula el desarrollo físico, mental, emocional y cognitivo del bebé». Por eso es fundamental que los padres tengan un buen conocimiento de los patrones de sueño de sus hijos, y que prueben diferentes métodos hasta dar con el que mejor se adapte a la rutina del sueño de sus hijos. Uno de ellos retoma la teoría de la estimulación multisensorial en niños muy pequeños, una de las claves en el desarrollo infantil en esta primera etapa y que defiende que los procesos del cerebro para el aprendizaje se incrementan cuando se estimulan varios sentidos a la vez. Es por eso que los juguetes de los recién nacidos ya incorporan colores, texturas y sonidos que puedan explorar y les ayuden a relacionarse y entender mejor el mundo que los rodea.
Esta estimulación muchas veces se ha extrapolado a la hora del baño, y es el epicentro de la rutina del sueño recientemente desarrollada por Johnson’s, pensada para ayudar a los papas con bebés con problemas para conciliar el sueño; empieza por probar durante una semana una rutina en tres pasos que incluye masajes, mimos y caricias, y que permite al bebé establecer una conexión entre la hora del baño y la de dormir. «El sueño implica un cambio de actividad cerebral, que se ve favorecida por un ambiente relajante», explica la psicóloga infantil Silvia Álava. «El ritual previo al sueño debe ser placentero y predecible en un entorno tranquilo y oscuro, con horarios regulares». El agua templada, los olores familiares y el masaje, explica, además de facilitar el sueño y ayudar a los niños a dormir mejor, es una rutina diaria importante porque fomenta el contacto físico entre padres e hijos, algo especialmente relevante para los papás, que, a diferencia de las mamás, fortalecen su lazo con el bebé a través del contacto físico y las miradas después de que haya nacido el bebé y no tanto durante el embarazo. Este contacto, además, favorece la maduración psicológica de los niños y contribuye a establecer un mayor vínculo afectivo.
Y DESPUÉS DEL BAÑO… MÚSICA
Evitar ruidos, movimientos o actividades bruscas que exciten o despierten a los niños. Lo mejor es intentarencadenar la hora del baño directamente con actividades tranquilas, como leer, cantar una nana en voz suave o escuchar música para ir a la cama. Este tipo de actividades, cuando se hacen regularmente, ayudan al bebé a saber que es la hora de dormir. El estudio de Johnson’s sorprende porque, además de la hora del baño, presta particular atención a la influencia del sonido y la música, así como a los sonidos que ayudan a calmar y facilitar el sueño como nanas o contar historias en voz suave: de todos los bebés del estudio, el 80% de los que se exponían a sonidos relajantes antes de dormir conseguían conciliar el sueño, frente al 25% de los no expuestos. El informe sugiere además que la música puede desempeñar un papel en el desarrollo social del niño, estimulando las áreas auditivas y motoras del cerebro, y preparando al bebé para el desarrollo del lenguaje y el balbuceo.
Así lo explica María Jesús del Olmo, músico y musicoterapeuta, y directora del máster Musicoterapia Avanzada y Aplicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid. «La función de la música es mediar». A estas edades, el bebé aún no tiene adquirido el lenguaje que usamos los mayores, y la música «facilita la comunicación del niño con sus padres o con sus cuidadores. Está demostrado que la música produce cambios en la biología del ser humano y más concretamente en los niños, pero también un bienestar y estimula respuestas psicológicas importantísimas en el desarrollo tales como la risa, la sonrisa o la mirada atenta». A la hora de irse a dormir, los sonidos suaves y ritmos musicales proporcionan bienestar físico al niño, «bajando la frecuencia cardíaca y mejorando la saturación de oxígeno en sangre».
¿Los resultados? Después de poner en práctica la rutina del sueño en tres pasos (1. baño templado 2. masaje 3. nanas y sonidos agradables), con más de 400 mamás con niños pequeños, en siete días los bebés se despertaron un 49% menos y se durmieron un 37% más rápido.
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