A 60 años de la creación del Club 20-30 de Imbert

Por Sebastián del Pilar

A  principios del año 1964 la juventud del municipio de Imbert tuvo la iniciativa de establecer una agrupación local adscrita al Club Activo 20-30 Internacional, para estimular su vocación de servicio comunitario mediante la ejecución de obras sociales en beneficio de la niñez desvalida en zonas suburbanas y otros sitios cercanos.

Esta entidad clubística surgió el martes 14 de enero, fecha de la escogencia de su primer presidente, el destacado jugador de beisbol amateur  Fabio Alejandro Lara Espaillat, primogénito del empresario mocano don Fabio Virgilio Lara Hernández y de la hacendosa dama santiaguera, doña Ana Espaillat Polonia, propietarios de una de las principales tiendas de variedades y confecciones, situada en la calle Duarte esquina Fernando Valerio, en Imbert.

El popular deportista encabezó una directiva compuesta por Mauricio Reyes Cabrera, vicepresidente; Francisco del Pilar Sánchez, secretario; doctor Rafael Antonio Rodríguez Santos (Papito), tesorero; Ramón Antonio Portes Martínez (Pelvis), director de propaganda y publicidad, y Rafael Eduardo Lara Espaillat (Negrito), sargento de armas.

También por Mario Emilio Sánchez Hernández, Joaquín Trejo y Trejo, Jaime Martínez, Carlos Aníbal Santos, Antonio Lantigua, Venancio Domínguez, Leonel Milanés, José Acosta, Braulio Gómez Arango, Adrovel Fernández Guzmán, Rafael Candelario Canahuate Disla y los hermanos Diógenes Artemio y Aníbal Petronio Cabrera Francisco.

Estos jóvenes, conocidos por ser -casi todos- componentes de los equipos amateurs de softbol y béisbol de Imbert, se asociaron el domingo 5 de enero, día de la celebración de los Reyes Magos, siendo su primera actividad la realización de un par de eventos infantiles, de recaudación de fondos en favor de unos 700 niños de la comunidad y de lugares vecinos.

En ese esfuerzo contaron con el apoyo del empresario local Juanito Collado, propietario del cine Amarilis y del centro de diversión “Josie Bar”, que facilitó sus locales comerciales para que esos chicos disfrutaran de una película infantil y un pasadía bailable que concluyó felizmente con la masiva distribución de frutas, golosinas y juguetes recolectados en tan significativo día.

De esa manera se cumplió el lema 20-30 que reza: «El hombre nunca se enaltece tanto como cuando se arrodilla para ayudar a un niño«, que guía a sus dirigentes desde el 10 de febrero de 1922, cuando fue fundado el primer club por los jóvenes estadounidenses Ernest Axland (su primer presidente), Carl Morck, Paul Arthand, Carl Springer, Edgar Jones, Cal Ternan y Pat McNamara, quienes residían en la ciudad de Aberdeen, condado de Grays Harbor, Washington.

Luego de la fiesta del Día de Reyes, el club 20-30 de Imbert realizó una obra de caridad en la sección La Escalereta del municipio de Imbert, donde dieron asistencia con ropas y alimentos a la familia del señor Tomás Padilla, que había perdido todos sus ajuares en un incendio que redujo a cenizas su vivienda.

Cuatro meses después, la tarde del sábado 22 de junio, la directiva del club fue juramentada por el doctor Miguel Ángel Pérez Arias, subgobernador 20-30 para la República Dominicana, en una sesión-cena celebrada en los salones del centro recreativo Julie Bar, a la que asistieron delegaciones de los clubes de Santo Domingo, Santiago, La Vega, Baní y Puerto Plata, que fungió como padrino.

Directiva acude al Palacio Nacional

 El viernes 27 de marzo de 1964, el presidente del club 20-30 de Imbert, Fabio Lara, acompañado del tesorero doctor Papito Rodríguez Santos y de los miembros Artemio Cabrera, Pelvis Portes y Rafael Bonilla, fueron recibidos en el Palacio Nacional por el triunviro ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat, a quien solicitaron la construcción del hospital municipal. 

En esta reunión estuvieron presentes el influyente secretario de Estado de Trabajo, doctor Carlos Grisolía Poloney, nativo de la provincia de Puerto Plata; el subsecretario de Interior y Policía, doctor Arturo Muñiz Marte; el subsecretario de las Fuerzas Armadas, capitán de navío Sergio Díaz Toribio y el vicepresidente del club 20-30 de Santo Domingo, historiador Daniel Nicanor Pichardo Cruz.

Tavares Espaillat mostró interés por el desarrollo social y económico del municipio de Imbert, lo que motivó a los jóvenes clubistas a exponer con amplitud y fervor ante el gobierno del Triunvirato todo lo relativo a la prioridad y necesidad de esta obra que iba a beneficiar a unos 100 mil moradores de esa localidad puertoplateña y sus poblados cercanos.

El triunviro prometió enviar a Imbert un ingeniero de la secretaría de Salud Pública para que hiciera un estudio de factibilidad del proyecto, quien llegó al pueblo casi de inmediato con la encomienda de laborar con celeridad en la creación de los planos por la imperiosa urgencia de la construcción del hospital.

En el momento de la solicitud de la obra, el club 20-30 realizaba diversas actividades benéficas, como la compra de pupitres para el liceo secundario Enrique Emmanuel Ashton, dirigido por el profesor Andrés Brito Bruno; el levantamiento de la verja del campo deportivo de la comunidad y la construcción de un parque infantil en un área cercana a la parroquia Nuestra Señora de Las Mercedes, en la vecindad de la escuela primaria Juan Nepomuceno Ravelo y la casa de don Severiano Cruz, distinguido munícipe imberteño padre del beisbolista miembro del Pabellón de la Fama del Deporte, Enrique -Quique- Cruz.

 Historia del Club 20-30 en la comunidad

 El pueblo de Imbert fue el séptimo del país en recibir la carta constitutiva oficial de ingreso a la gran familia internacional de clubes 20-30, surgida en los Estados Unidos en 1922 y establecida en Santo Domingo el 23 agosto de 1962 por un joven de Samaná de origen lituano, llamado Moisés Virgilio Paiewonsky, quien se unió a la misma gracias a la orientación que recibiera de su amigo René Fernández, quien se había organizado en la capital de El Salvador y lo edificó sobre las bondades de esta asociación de jóvenes sin fines de lucro que tiene como emblema un reloj de arena que simboliza el valor del tiempo y la necesidad de que el hombre joven  le saque provecho, y como lema principal: “La juventud para ser servida, debe servir” (creado por Sandy Foale, uno de los fundadores de la organización).

El doctor Paiewonsky fue el primer presidente de un club 20-30 en República Dominicana y principal responsable de su extensión por todo el territorio nacional, ya que en 1962 contribuyó personalmente a la formación de la entidad en la ciudad de Santiago; el 22 de marzo de 1963, en la ciudad olímpica de La Vega y el sábado 23 de noviembre de ese año en Puerto Plata.

En esta ciudad atlántica dicha organización se instaló durante una reunión-cena celebrada en los salones del Tenis Club, a la que asistieron como invitados  autoridades locales y donde fue juramentado como su presidente el prestigioso médico cardiólogo, doctor Rafael González Peña, junto a Andrés M. Pichardo, quien un año después presidiría la organización; ingeniero Frank Díaz, Pedro Jacobo,  Carlos A. Marte, Hermes Quezada, Emilio Herrera, Joaquín Sosa y Roger Mariotti. 

En esta jornada extensionista, el joven Paiewonsky recibió el apoyo de los dirigentes del club de Santo Domingo, y en diversas actividades se le vio acompañado del abogado Fernando Radhamés Cantisano Arias, quien sería su sucesor en la presidencia del club de la capital; el historiador Daniel Nicanor Pichardo, los ingenieros Víctor Thomén, Elías de Jesús Rodríguez, Federico Milcíades Pérez Polanco, Delfos Caro, Rafael Mirabal y el arquitecto Anselmo Brache Batista.

También de los licenciados José Antonio Fuentes, Francisco Cruz Fernández, Rubén Marino Álvarez y Vicente Dávila; así como de los doctores Miguel Ángel Pérez Arias, Mario Beras Mercedes, Frank Izquierdo, Miguel Ángel Delgado Batlle, Manfredo Codik, Rafael Felipe Sanabia, Virgilio Gómez Contreras, Julio Heinsen, Vinicio López, Ignacio Guerra. Régulo Mejía, Emmanuel Rodríguez Brache, Manuel de la Cruz, Manuel María Soñé, Francisco José Rivas Grullón, César Liriano, Ralph Schimensky y el pintor Efraín López.

Luego de la formación del club imberteño se inició la propagación clubística por todo el territorio nacional, comenzando por el municipio de La Romana y la ciudad de Baní, donde en el curso de una asamblea efectuada el 10 de marzo de 1964 en el salón principal del Casino de Peravia, resultó electo presidente el doctor José Manuel Infante, en una plancha única con Víctor Mario Jiménez de vicepresidente, Manuel Ángel Landestoy, secretario; Manuel Mario Pérez, tesorero; Vinicio Perelló, sargento de armas; doctor Rafael Aguasvivas, director de asuntos internos; doctor José Nicolás Crespo, de asuntos internacionales y educación; doctor Milciades Castillo, de asuntos profesionales; Rafael L. Santana, de publicidad, y Ramón Emilio Landestoy, de proyectos y asistencia social. 

Tiempo más tarde se fundaron los clubes 20-30 de Mao y Moca, en fechas 20 de diciembre de 1964 y 14 de marzo de 1965.

La importancia de estos eventos está registrada en el diario El Caribe, en una reseña sobre las incidencias de la Tercera Convención Internacional del Sub-Distrito 20-30 de la República Dominicana, celebrada el día 21 de mayo de 1964 en el hotel Montaña del municipio de Jarabacoa, presidida por el doctor Miguel Ángel Pérez Arias, con la participación de una delegación del club 20-30 de Imbert.

En esta sesión de expansión interclubes, la delegación imberteña compartió con los cien delegados 20-30 del Distrito Nacional y de  los municipios de Santiago, La Vega, Barahona, Baní, Puerto Plata y La Romana, que estuvieron allí con sus respectivas esposas y otros invitados valorando el crecimiento y desarrollo de la organización y reconociendo la gran labor realizada por varios de sus fundadores; especialmente, los doctores Moisés Paiewonsky, Fernando Radhamés Cantisano Arias, Miguel Ángel Delgado Batlle, Robinson Abreu Blondet, Andrés M. Pichardo y Guido Ricardo García.

 Resurge el club 20-30 en Imbert

 El club 20-30 de Imbert estuvo varios años inactivo, pero se reorganizó hace poco tiempo apadrinado por su homologo de Mao y haciendo resurgir  el recuerdo de aquel tiempo imborrable en que la juventud imberteña expresaba su legítima preocupación por el curso de la vida municipal y se enrolaba en memorables proyectos destinados a forjar el progreso y a proteger a los sectores más necesitados de la población; en especial a los niños.

Vale la pena recordar el esfuerzo que hicieron aquellos jóvenes de los años 60 para despegar a su pueblo de los males de la ignorancia y la pobreza, con diversas iniciativas de respaldo a la educación y la salud; siendo justo reconocer la labor altruista que desarrollara el Club Activo 20-30 en sus años de gloria bajo la presidencia de Fabio Alejandro Lara Espaillat y de sus sucesores, Diógenes Artemio Cabrera Francisco, Francisco del Pilar Sánchez (Ventura), Joaquín Trejo y Trejo y Carlos Aníbal Santos, quienes se distinguieron por su colaboración fecunda con el ayuntamiento municipal de Imbert, en la implementación de campañas de orientación ciudadana, en la formulación de las políticas de servicio a la juventud y en la ejecución de acciones comunitarias adecuadas a las necesidades de los jóvenes adolescentes del municipio; priorizando el fomento de  proyectos de cultura, de recreación, de protección al medio ambiente y de embellecimiento permanente del parque municipal, mediante el remozamiento y cuido de su iluminación, sus bancos y  su vegetación.

A 60 años de la fundación del Club Activo 20-30 de Imbert, nos llega el recuerdo de su joven mensajero, Lorenzo Gómez Marín, en la actualidad un empresario exitoso, propietario de la famosa empresa Logomarca, quien se afanaba en cada sesión garantizando una efectiva convocatoria de los socios a las reuniones que en ocasiones se desarrollaban en el salón principal del Ayuntamiento Municipal.

En un viaje al pasado, nítidamente rememoramos sus visitas puntuales a las moradas de los socios, donde iba a recordarles que no debían faltar al encuentro de ese día, esmerándose en hacer bien su trabajo y observando una conducta impecable en cada momento, ya que  era el primero en llegar a la reunión para acomodar las sillas unos minutos antes de que ésta empezara.

Luego, el joven Gómez Marín permanecía allí convertido en diestro asistente del colectivo, atento a todas las necesidades de sus miembros; compenetrándose de tal manera con la misión y objetivos de esta asociación, que 60 años después de los hechos narrados aún resuena en sus oídos el himno 20-30, pues de tanto escucharlo se lo aprendió de memoria:

Oh bandera de mi patria/Tú para siempre serás lo más hermoso y querido/Lo que más duela en el alma/Lo que nunca hollarse pueda/Y, el porqué de mi existencia en esta tierra tan amada/  sea para ti mi bandera/ Un saludo 20-30 con amor y patriotismo/Nosotros, porque no mueras, siempre estaremos presentes/Y, porque brilles en tu asta cada vez con más fulgor/ estaremos de rodillas ante los niños de hoy/ que mañana habrán de amarte”.

Ojalá que el Club Activo 20-30 de hoy recobre su antigua vitalidad con el amparo de los jóvenes maeños, aunque debe procurar un acercamiento con los dirigentes retirados que residen en esa comunidad para que se compenetren con su mística, su entusiasmo, su buena voluntad y su vocación de progreso; y para  que se nutran de sus habilidades y su liderazgo eficaz en el servicio a la comunidad y a la niñez desvalida, apoyados en el lema: “El hombre nunca se enaltece tanto como cuando se arrodilla para ayudar a un niño”.

El Motín

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