Ocurrido el 22 de noviembre de 1963, el asesinato del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy cimbró al mundo y la Unión Soviética no fue la excepción.
En un día soleado, el vehículo del mandatario norteamericano cruzaba la calle Elm Street de Dallas, Texas, cuando a las 12:30 en punto varios disparos impactaron contra su cuerpo, detonados desde el sexto piso del repositorio de libros de la Escuela de Texas. Kennedy fallecería media hora después en el hospital.
«¡Kennedy ha sido asesinado!», informó un asistente al secretario general de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Nikita Jruschov. Presuntamente, lo primero que hizo el mandatario soviético fue preguntar: «¿Tuvimos algo que ver?«.
En ese momento histórico, la Unión Soviética y Estados Unidos se disputaban los ámbitos de influencia resultantes del desenlace de la Segunda Guerra Mundial, y acababan de protagonizar la llamada Crisis de los Misiles, un conato de conflagración nuclear que involucraba a la isla de Cuba.
La pregunta de Jruschov, pues, se enmarcaba en un escenario de confrontación internacional donde, efectivamente, pronto se acusó que el autor del asesinato de Kennedy, Lee Harvey Oswald, estaba ligado a Moscú.
Quien detonó el arma contra Kennedy efectivamente vivió en territorio soviético durante dos años y solicitó su nacionalización a la URSS, se casó con una mujer rusa y sólo un año antes de arremeter contra Kennedy, 1962, regresó a Estados Unidos.
Reuniones de emergencia
Tras el asesinato de Kennedy, el Comité para la Seguridad del Estado (KGB, por sus siglas en ruso) de la URSS desarrolló varias reuniones de emergencia. El delegado de la dependencia de seguridad en Nueva York, Borís Ivanov, notificó a su equipo que la muerte del mandatario norteamericano era un problema, de acuerdo con reportes desclasificados en 2017.
En mayo de 1963, medio año antes de morir, Kennedy había impulsado un deshielo de las relaciones con Moscú, e incluso declaró: «Nuestro vínculo común más básico es que todos nosotros habitamos este pequeño planeta. Todos nosotros respiramos el mismo aire. Todos nosotros apreciamos el futuro de nuestros niños. Y todos nosotros somos mortales».
Además, expresó su deseo de colaborar con la Unión Soviética para llegar de manera coordinada a la Luna, un proyecto que Kennedy incluso llegó a plantear a Jruschov, pero fue rechazado, de acuerdo con el testimonio de un consejero de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) estadounidense, John Logsdon.
Amenazas antisoviéticas en el aire
Con Kennedy muerto, los líderes de la Unión Soviética previeron que las fuerzas radicales hostiles al país aprovecharan la situación a su favor. El Kremlin estaba «en estado de impacto y agitación», de acuerdo con información de archivo.
En ausencia de Kennedy, un general irresponsable del ejército estadounidense podría lanzar un misil contra territorio soviético, suponían en Moscú en esos momentos.
La noticia del asesinato se esparció como el fuego. El joven, guapo, rico y pacifista presidente, junto a su glamurosa esposa Jacqueline, eran muy apreciados por el pueblo soviético, por lo que la víctima de asesinato incluso fue llorada en las calles rusas, según RBTH.
El periódico ruso Nedelya convirtió el asesinato de Kennedy en el asunto de su portada, completamente dedicada al mandatario.
La inteligencia soviética pensó que el asesinato del presidente de Estados Unidos fue responsabilidad de una conspiración de ultraderecha insatisfecha con Kennedy y conducida por el entonces vicepresidente Lyndon Johnson, quien de hecho tomó control de la Casa Blanca tras el atentado mortal, de acuerdo con documentos descalcificados de agentes estadounidenses presentes en la URSS.
El fiscal de distrito de Nueva Orleans Erling Harrison condujo una investigación que en 1966 alcanzó conclusiones similares a las del Kremlin, no obstante el criterio público en torno al asesinato de Kennedy apuntaba a la Unión Soviética y Cuba como responsables, lo que motivó a Moscú a emprender su defensa.
En cuanto al ejecutante del asesinato, Lee Harvey Oswald, la clase política de la URSS lo calificó como un loco neurótico desleal a su país y a cualquier otra entidad o persona, del que la KGB se desligó.
Oswald nunca tuvo contacto con las autoridades soviéticas, declaró la KGB en un comunicado conjunto con el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética.
«Queda claro para todos que el Gobierno de Estados Unidos no tiene deseos en envolvernos en este asunto o vincularse en una pelea con la extrema derecha; claramente prefiere sepultar el tema tan pronto como sea posible», escribió el jefe del presidio del Sóviet Supremo, Anastás Mikoyán, en una carta secreta.
Los vínculos entre la Unión Soviética y el magnicidio nunca fueron probados y en 1999 el entonces presidente Borís Yeltsin entregó a su par estadounidense, Bill Clinton, 80 páginas del archivo secreto soviético en torno a Lee Harvey Oswald y la respuesta soviética al hecho violento.
«Quiero agradecerte este inesperado e importante obsequio», declaró Clinton entonces.
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AMLO reclama que es «inaceptable que se continúe con la política de predominio de intereses de EEUU»
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La cancelación de la visita del presidente de Argentina, Alberto Fernández, a México, ocurre en el marco de la elección en el Banco Interamericano de Desarrollo luego de que Buenos Aires no respaldara la candidatura del actual subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel.
En cambio, fue el economista brasileño Ilan Goldfajn, quien fue respaldado principalmente por Estados Unidos, el que logró este nombramiento.
«Nosotros [México] tenemos nuestro candidato y ellos tenían el suyo y el planteamiento es: no puede ser que el candidato propuesto por Brasil y apoyado por Washington sea el que imponga, pero después llegaron a un arreglo con el candidato de Brasil y apoyó Washington», expresó el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, durante su rueda de prensa del 22 noviembre.
En ese sentido, López Obrador descartó cualquier rumor sobre que el desacuerdo entre México y Argentina durante la votación en el BID provocara la cancelación de la visita de su par argentino a Ciudad de México y afirmó que Alberto Fernández es su amigo.
«Somos compañeros, amigos y estaba invitado porque se iba a llevar a cabo la Alianza del Pacífico», pero reconoció que no hubo acuerdo en tonro al BID.
«Eso no significa ningún distanciamiento, ninguna diferencia. Él es muy buena persona, nada más que ya a nosotros nos parece inaceptable que se continúe con la misma política de predominio de los intereses del Gobierno de Estados Unidos de América. Sale un candidato beneficiado por Washington y ese gana. Necesitamos un cambio», dijo.
López Obrador llamó a apoyar a los países de Centroamerica y el Caribe «con hechos, o con discursos».
«No ir a apoyar a los países de América Latina con los llamados rescates del FMI porque no se apoya con créditos con tasas bajas a los países que necesitan el apoyo. Lo que hacen es algo simbólico», aseveró y agregó que en el Banco Interamericano de Desarrollo se gasta más en la burocracia que en el apoyo real.
El brasileño Ilan Goldfajn fue elegido nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo el 20 de noviembre. Los ministros de Hacienda y otras autoridades económicas de los 48 países que integran el BID le otorgaron su apoyo, por una amplia mayoría, dos meses después de la escandalosa salida del estadounidense de origen cubano, Mauricio Claver-Carone, por violaciones al código de ética.
Argentina retiró a su candidata, Cecilia Todesca, y se sumó a la candidatura del brasileño en una coalición formada también por Estados Unidos y Canadá.
La cumbre de la Alianza del Pacífico que acogería Ciudad de México del 24 al 25 de noviembre fue suspendida y podría ser trasladada a Perú, ante la ausencia del mandatario de ese país, Pedro Castillo, cuyo Congreso le impide viajar.
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