Por Juan López
Son múltiples las especulaciones y expectativas que surgieron con la formulación del diálogo nacional. Originalmente, son 12 las propuestas de reformas enviadas al seno del Consejo Económico y Social (CES), en la convocatoria que hizo el presidente Abinader, en la “celebración” de su primer año de gestión gubernamental.
Por la cantidad y variedad de temas, el presidente Abinader se olvidó del adagio popular “quien mucho abarca, poco aprieta”. Tampoco precisó prioridades entre las 12 reformas que propuso. Sin embargo, por el énfasis en su exposición y la realidad económica y política del país, se interpreta que son prioritarias la Reforma Fiscal para aumentar los ingresos del Estado y la reforma de la Constitución para blindar la independencia del Ministerio Público.
También se especula que, en los propósitos de modificar la Constitución, subrepticiamente se “abre una brecha”a las presiones que ejercen un sector de la sociedad civil y poderes foráneos interesados en introducir cambios en el Art. 37 de la Constitución, en función de cierta agenda internacional a “favor de los derechos” al aborto y los grupos LGTBQ+ en la R. Dominicana.
La compleja diversidad de sectores e intereses económicos, políticos y sociales que convergen en este diálogo nacional, generan la sensación de que el diálogo podría ser una versión aplatanada de la histórica anécdota sobre la construcción de la Torre de Babel, cuya interacción entre los hablantes con distintas lenguas e intereses pudo obstaculizar la efectiva comunicación y comprensión entre los participantes.
Ahora bien, la paz y bienestar social que procuran y merecen los dominicanos, obligan a los sectores sensatos que participan en el diálogo a desestimar, por improcedentes e inoportunas, esas dos posibilidades, razón por las que, desde el inicio, deben: a) Rechazar la posible modificación del Art. 37 de la Constitución, y b) Evitar que el diálogo se convierta en una réplica de la Torre de Babel.
Por igual, será muy difícil aprobar la Reforma Fiscal este año para que, conforme los deseos del presidente Abinader, sus resultados se incluyan en el Presupuesto Nacional del 2022. En la actual coyuntura nacional no hay condiciones para dicha reforma, no obstante estar contemplada desde el 2012, en la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo (No. 1-12) y las precariedades económicas del Estado creadas por los efectos de la COVID-19.
La aprobación de la Reforma Fiscal tiene como principales obstáculos, cualquiera que sea su denominación, la creación de nuevos impuestos o ampliación de los actuales y la eliminación de multimillonarios subsidios que están beneficiando sectores empresariales; en función de lo cual, se producirán naturales resistencias, serias dificultades para ser aprobadas en el Congreso Nacional y su aplicación será muy delicada porque “chocarán” directamente con la clase media, sectores populares e importantes empresarios, lo cual podría generar peligrosas convulsiones sociales.
No obstante esa visualización, la gran mayoría de los dominicanos tienen positivas expectativas, en tanto se considera que las experiencias y voluntades políticas de los participantes en el diálogo serán más que suficientes para alcanzar resultados favorables sobre las más apremiantes reformas.
Así, el interés de contribuir con la paz social y proseguir con el desarrollo económico y modernización de nuestro país, estarán presentes en el liderazgo político, representantes de la sociedad civil y empresarial en el diálogo nacional para superar una indeseada Torre de Babel para materializar una productiva concertación nacional. ¡Son nuestras expectativas!
5 de septiembre del 2021.
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