Cuando Yasiel Puig debutó en las Grandes Ligas en el 2013, parecía que estábamos en presencia de un hombre llamado a convertirse en una superestrella, de esas que cuando llegara a la agencia libre, muchos equipos romperían la alcancía por tal de hacerse de sus servicios.
Sin embargo, llegó ese momento y cuando los campos de entrenamientos cobran vida y los equipos inician su preparación con esperanzas renovadas de cara a la próxima temporada, uno de los peloteros más polémicos, controversiales y divertidos de los últimos años no está en ninguno de ellos. Al menos por ahora.
De los 20 principales agentes libres que había cuando se abrió el mercado, 19 ya tienen trabajo. El único que sigue desempleado es Yasiel.
Lo que parecía ser nunca fue. Puig, a quien alguna vez le proyectaron ser un pelotero de 40-40, no pasó de ser un jugador apenas por encima de la media, que no cubrió nunca sus elevadas expectativas.
Jamás llegó a los 30 cuadrangulares ni robó 20 bases. Una sola vez superó las 80 carreras remolcadas y solamente en tres años jugó más de 140 partidos.
Su average de por vida ha sido de .277, con un OBP de .348 y un slugging de .475.
Defensivamente es mucho mejor, sobre todo con uno de los brazos más poderosos de todo el béisbol, capaz de hacer disparos a las bases que paralizan el estadio, pero eso no lo es todo.
Salvo aquella primera campaña, en la que fue segundo en la votación del Novato del Año de la Liga Nacional, que ganó su compatriota José Fernández, la mayoría de las veces en que estuvo en los titulares de prensa fue por sus actitudes extravagantes, que le valieron el apodo de «El Caballo Loco».
El venezolano Eduardo Rodríguez perdió su caso mientras que el dominicano Pedro Báez fue la otra cara de la moneda.
En ocasiones fue considerado un activo tóxico dentro del clubhouse de Los Angeles Dodgers, al punto que algunas verdaderas estrellas del equipo pidieron a la gerencia deshacerse de él.
Todavía resulta épica la imagen de él solo, con el uniforme de los Cincinnati Reds, peleando contra todos los peloteros de los Pittsburgh Pirates, minutos después de haber sido canjeado a mitad de la temporada pasada a los Cleveland Indians.
Hasta que llegó el momento en el que su nombre figuraba en la lista de los principales agentes libres.
El invierno ha resultado particularmente frío para el jardinero cubano. Los rumores del mercado lo asociaron pálidamente a varios equipos, los Chicago White Sox, los Tampa Bay Rays, los San Francisco Giants, los Miami Marlins…pero sólo eso, pálidamente.
Primero, parece que andaba demasiado goloso, en busca de un contrato multianual que no se ganó.
Las ofertas que llegaban eran en su mayoría de apenas un año y menos de diez millones de dólares, que el jardinero dejó pasar como envíos por el medio del plato.
Está también el tema de las relaciones públicas en estos tiempos de las redes sociales.
Cuando debía estar publicando en Facebook, Twitter o Instagram videos suyos entrenando como nunca, preparándose para demostrarle al mundo su plena capacidad, el único que salió a la luz fue uno por Japón, enfrentando a un luchador de sumo, en el que, por cierto, se le vio bastante pasado de peso.
Poco a poco, los conjuntos que alguna vez mostraron cierto interés en sus servicios, fueron llenando ese espacio con otros jugadores y el mercado prácticamente se le ha cerrado.
Puig sigue siendo Puig. No todas las franquicias están dispuestas a pagar por un pelotero que implica esos riesgos.
Todavía queda algo de tiempo para que algún equipo le dé una oportunidad a un jugador que de una u otra forma nos va a divertir.
Ojalá que él entienda que un pacto por una campaña es lo que se ganó en todos estos años y que debe aprovecharlo para sacar ese enorme potencial que nunca explotó al 100 por ciento.
Es lo que toca.