REPORTAJE: Olvidados en la Cuarentena (1)

Por Manuel Novas

Bajo los semáforos de cualquier transitada avenida de Santo Domingo se los puede ver, jugándose la vida, para llevar que comer a sus casas.

Zigzaguean entre los más variados vehículos de lujo y chatarras. Conductores de Jipetas, Mercedes Benz, Toyotas, Jeeps, Land Cruisse o carros destartalados, muchas veces son sorprendidos por los entrecruces de estos improvisados atletas ofertando sus mercancías.

En ocasiones reciben sonrisas amables y en otras son abochornados por desesperados chóferes, principalmente los taxistas que desesperan a la caza de clientes.

El riesgo o el miedo a un accidente, ser atropellado es algo secundario. Lo principal es concluir el día con algo en el bolsillo para pagar comida, la renta, el colegio y una botella para botar el golpe.

Hijos del pueblo, del más bajo fondo social, a algunos se les suele describir como trabajadores informales, chiriperos, pero estos son menos que eso.

Son los llamados “aguateros”, que venden funditas y botellas de agua helada para saciar la sed de conductores, sobre todo del concho o carros públicos.

Muchos son jóvenes, otros son adultos entrados en edad, pero una línea que los unifica es que en su mayoría son padres de familia con no menos de tres o cuatro hijos a los que deben mantener.

Como parte de las medidas para enfrentar la mortal pandemia del Coronavirus, el Gobierno puso en marcha el programa “Quédate en Casa”. El propósito es aislar la población entre sí para detener la expansión del virus.

La disposición ha sido acatada de forma mayoritaria. Pero las deudas, los compromisos y el hambre hacen que muchos la desoigan y a riesgo de ser detenidos por la policía retornen a las esquinas a ganarse la vida.

Y es que los recursos destinados para los hogares pobres a muchos les llegan, pero otros, a casi dos meses, no han visto un peso. El hambre hace salir al lobo de la cueva.

La esquina que conforman las avenidas 27 de Febrero y Núñez de Cáceres es uno de los escenarios capitalinos donde se palpa con crudeza la lucha por la vida que libran los vendedores callejeros.

Javier Hernández Javier vende accesorios para celulares y frutas bajo el semáforo de esta esquina. Él vive en el barrio La Fe de Los Alcarrizos, en las afueras del Distrito Nacional. Narra su drama:

“Me ha costado salir en la cuarentena porque a mí no me ha salido ayuda, me costó salir a ver cómo me ayudaba…tengo cuatro muchachos. Tengo que salir obligado a la calle para tratar de echarlos pa’lante porque no hay otra forma”.

¿Y tu mujer?

“La mujer mía en la casa, atendiendo los muchachos, no tiene trabajo”.

¿Cuántos consigues aquí con tus ventas?

“Aquí uno haya la comida, trescientos, cuatrocientos…y algo lleva a la casa, pero cuando dejan salir a uno porque no están dejando salir a uno la Policía, aquí agarran a uno desde que lo ven vendiendo. Se lo llevan y lo sueltan al otro día, pero no hay otra forma hay que volver de nuevo al otro día porque no hay más nada”.

¿Te prometieron alguna ayuda…te inscribiste?

“Yo me he inscrito varias veces, lo que pasa es que esto es para dichosos y yo no soy muy dichoso”.

¿Cuánto te iban a dar?

“La ayuda lo que están ofreciendo son dos mil quinientos pesos para que uno se ayude en ‘Quédate en Casa’ pero como no me ha salido, esa ha sido mi suerte”.

Otro que atraviesa penurias similares es su compañero, Bruno Vizcaíno, quien vende alcancías de bambú y esponjas conocidas como “Musú”.

Bruno vive en el barrio Simón Bolívar. A las ocho de la mañana de todos los días está en la esquina vendiendo su mercancía para alimentar a su mujer y tres hijos pequeños.

“Mi esposa y yo nos inscribimos en el Programa Quédate en Casa, pero no nos ha salido nada. Por eso estoy aquí buscándomela…espero que me salga para ayudarme con eso”.

El Gobierno anunció la incorporación de más de 600 mil hogares pobres al Programa de Ayuda Quédate en Casa, con motivo de la cuarentena por la pandemia del Coronavirus, pero hay miles a los que aún no llega el subsidio.

El Motín

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