Las perspectivas académicas y laborales de las personas en los países desarrollados provocan que parte de la población retrase la edad media para tener hijos, una situación que, sobre todo en las mujeres, puede conllevar problemas de fertilidad, cuya solución pasaría por preservar los óvulos de mejor calidad.
Así lo aconseja el director médico de la clínica IVF Spain, especialista en ginecología obstetricia y experto en fertilidad, Sergio Rogel, quien participó esta semana en las primeras jornadas sobre preservación de la fertilidad de la Universidad de Alicante (UA), organizadas por la cátedra Human Fertility y la clínica citada.
Existen datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que corroboran el aumento progresivo desde 2008 en la edad para ser madre, marcando el pasado año un máximo histórico de 31,8 años de media.
Es importante concienciar a las personas de que los problemas de fertilidad se derivan de la edad Diferentes factores sociales, psicológicos, profesionales o académicos provocan que a los 20 años tener un hijo o hija pueda ser planteado como un freno a las expectativas personales de cada individuo, una situación que se invierte a partir de los 35 años, cuando, a menudo, se convierte en un «ahora o nunca».
En definitiva, se produce una contradicción entre el reloj biológico de las mujeres y sus expectativas vitales que causa que en muchos casos cuando se quiera engendrar, la fertilidad sea mínima.
Para Rogel, es importante concienciar a las personas de que los problemas de fertilidad se derivan de la edad, ya que «a casi nadie le explican que conforme pasa el tiempo se producen fallos genéticos en los óvulos que hacen que la fertilidad sea muy deficiente». Por ello, recomienda a las parejas que se planteen su descendencia como «un plan de pensiones» y que aprovechen la opción de preservar su fertilidad, una ventaja de la que no disponían generaciones anteriores.
De hecho, la técnica de «vitrificación de óvulos» se desarrolla de forma habitual en los centros de reproducción asistida desde hace escasos seis años y consiste en la congelación de los óvulos con nitrógeno líquido, lo que facilita mantener su calidad genética intacta debido a la rapidez con la que baja su temperatura.
Este experto insiste en que «todas las mujeres están destinadas a tener problemas de fertilidad por el mero hecho de cumplir años», algo que se debe a su fisiología ovárica y que está en contraposición con los hombres, que no pierden calidad genética de su esperma con la edad.
Además, ha destacado que la fertilidad depende «de la genética del óvulo», por lo que si una mujer decide congelar una muestra de estas células con 25 años dará igual que decida quedarse embarazada con 40 ó 45 años, ya que la gestación podrá transcurrir con normalidad.
En cambio, de no hacerlo, a partir de los 35 años se empezaría a reducir drásticamente su fertilidad y a aumentar exponencialmente el riesgo de trisomías, es decir, de fetos con un cromosoma de más que pueden no implantarse en el útero, provocar un aborto natural o nacer con Síndrome de Down, si el cromosoma repetido es el par 21.
El problema es que las mujeres «saben no tener hijos cuando no quieren, pero no cómo tenerlos cuando quieren», opina. A pesar de ello, se muestra optimista con el hecho de que dentro de un tiempo será normal ver madres primerizas de 40 años, saltando sin problemas el límite impuesto ahora mismo por la biología y por la edad.
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