Es el ABC de todo aprendiz de guía de safari, o de cualquier cazador que aspire a sobrevivir al encuentro con un gran felino. Si te topas con uno “lo último que debes hacer es darle la espalda”. Al hablar de encuentros con grandes gatos, probablemente este sea uno de los primeros mandamientos, siendo el segundo probablemente: “jamás te acerques demasiado a una hembra que cuide de sus crías”.
Ahora podéis imaginar lo que debió de sufrir Kyle Burgess al incumplir el segundo mandamiento flagrantemente, ya que se acercó demasiado a la cría de una puma con la intención de grabarlo todo con su móvil. Todo sucedió en una conocida pista circular para senderistas llamada Slate Canyon (un anillo de 13,7 kilómetros de recorrido) situado cerca de Provo, en el estado de Utah.
Como podéis ver en el vídeo bajo estas líneas, la osadía pudo salirle cara a Burgess, que no contaba con la ferocidad y determinación de la madre, que le hizo pagar el atrevimiento sometiéndole a seis minutos de pesadilla. Por fortuna el senderista puede contarlo, ya que pese a todo no incumplió el primer mandamiento y en ningún momento le dio la espalda al felino con la intención de huir corriendo.
Y es que esta es la estrategia de ataque preferida por los felinos, esconderse entre la vegetación hasta que la presa se encuentre lo suficientemente cerca. Luego, cuando esta se percata de la presencia del depredador y emprende la huida, los felinos sienten la irrefrenable llamada de la sangre. Siempre por la espalda y dirigiendo la mordida hacia la nuca, cuello o cabeza, zonas letales de necesidad para la presa. No solo lo hacen para inmovilizar y facilitar la muerte de su presa, sino que la intención es también preventiva ya que impide que esta se revuelva e intente morder o cornear al felino.
En este caso, la maniobra de amedrentamiento de la hembra es simplemente defensiva. No es que el puma haya visto en Kyle a una presa potencial, sino simplemente a una amenaza contra sus cachorros a la que hay que expulsar inmediatamente. No obstante, seguir el primer impulso y emprender la huida dándole la espalda al felino habría sido igualmente un error fatal.
Cuando un gran gato se topa con un humano, lo normal es que sienta cierto respeto, sabe instintivamente que somos una presa que conviene evitar. Lo nota especialmente cuando no seguimos el patrón normal de avistamiento y huida que siguen en el resto de criaturas de tamaño medio. De hacerlo, les estamos mostrando miedo y debilidad, dos comportamientos que automáticamente les indican que están en ventaja.
En los safaris siempre explican que lo único que se puede hacer es caso de encuentro cercano con un gran gato es quedarse de pie observándole hasta que sucedan dos cosas: que la fiera pierda el interés o que llegue alguien con un arma.
Curiosamente, esta forma de acecho les acompañará siempre, aunque los felinos se encuentren en cautividad dentro de un hábitat vallado, como podéis observar bajo estas líneas en un vídeo grabado hace unos años por un voluntario, en un refugio para grandes felinos situado en Tampa, Florida.
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