Los cinco conflictos musicales de 2015

El año que se fue no solo tuvo ganadores y perdedores artísticos. También se caracterizó por una discreta pero encarnizada batalla por los beneficios de la distribución musical. El periodista Ben Sisario, especialista en música del prestigioso New York Times, publicó recientemente un completo reportaje, que nosotros resumimos y completamos con un conflicto local. Estas luchas de poder, que afectan directamente a los oyentes, seguirán dando que hablar en los próximos doce meses.

La guerra del streaming

2015 fue el año en que la competencia por el control del streaming estalló con toda su crudeza. Apple entró a cuchillo con su servicio Apple Music, un desafío directo al dominio de Spotify. Los resultados de la compañía de Cupertino fueron tirando a modestos: solamente 6,5 millones de suscriptores en octubre, frente a los 20 millones que pagan por Spotify (y los 55 que están dados de alta en su versión gratuita con anuncios). La prueba de que el streaming es el presente y el futuro de la industria es que justo antes de Navidad los dueños del catálogo de los Beatles cedieron finalmente su música para este tipo de distribución.

¿El batacazo del año? La aparición de Tidal, comprada por 56 millones de euros por el rapero Jay-Z. Se presentaba como el servicio de streaming más respetuoso con los derechos de los artistas, pero no consiguieron consolidarse en el mercado. Sus únicos triunfos, ambos relativos, han consistido en sobrevivir y superar el listón del millón de suscriptores.

El subidón de las apps

Un pequeño universo de nuevas aplicaciones musicales se consolidó en 2015. ¿Les suenan nombres como Vine, YouKnow, Periscope o Snapchat? Cualquiera de ellas puede convertirse en el próximo Youtube. La mayoría de estos servicios pasan por debajo del radar de padres y en general de los mayores de treinta años. La alarma sonó el pasado abril, cuando el número uno de la lista de ventas estadounidense fue ocupado por el desconocido Shawn Mendes, un canadiense de dieciséis años que alcanzó la fama gracias a sus vídeos de seis segundos en Vine. Por supuesto, no lo hizo solo, sino con el apoyo de una gran discográfica, pero está claro que estas nuevas aplicaciones son el nuevo caladero para las superestrellas del futuro. ¿Quién será el próximo en dar la campanada?

El truco millonario de Adele

La vocalista británica demostró que todavía hay millones de oyentes dispuestos a comprar un álbum. Su nuevo trabajo, ’25’, despachó 3,4 millones de copias en una sola semana, rompiendo todos los récords establecidos. ¿Se trata de una nueva tendencia o de la excepción que confirma la regla? La industria, convencida de que el público ya no quería saber nada de los álbumes, comienza a dudar de esta premisa. El truco de Adele fue sencillo: posponer la cesión de sus nuevas canciones a los servicios de streaming. Quien quiso escuchar el álbum durante su lanzamiento tuvo que pagar al menos diez dólares, euros o libras. Y funcionó de fábula. ¿Podría servir la receta para otros artistas? Es la pregunta que rebota en la mayoría de las cabezas de los altos ejecutivos.

El “zasca” histórico de Taylor Swift

Sin duda, este ha sido el año de las estrellas musicales femeninas, ya que la otra gran protagonista fue la estadounidense Taylor Swift. Bajo su aspecto de niña cándida, poco propensa a cuestionar la autoridad, plantó cara al gigante Apple y ganó. Cuando la compañía de la manzana presentó su nuevo servicio de streaming, explicaron que no pagarían a los artistas por las escuchas incluidas en el periodo de prueba de noventa días que ofertaba a sus clientes. Las grandes discográficas asintieron, las independientes se resistieron, pero lo que hizo rectificar al gigante tecnológico fue un post tan firme como amable de Swift, donde les pedía reconsiderar su política. Apple rectificó en cuestión de horas y la cantante se convirtió en una heroína para sus compañeros de profesión.

Pablo Und Destruktion contra la Sexta

Nuestro país también tiene conflictos propios. El último llegó hace menos de una semana, cuando el cantautor indie Pablo Und Destruktion descubrió que La Sexta había utilizado sin permiso una de sus canciones (“A veces la vida es hermosa”) para promocionar una serie de la casa (Merli). El músico asturiano comenzó una campaña para impedir que se repitan este tipo de abusos. Cortamos y pegamos parte de sus reflexiones: “La Sexta es un canal que jamás ha apoyado la música independiente y popular. No puedo permitir que robe el fruto de mi trabajo de un forma tan descarada. Por eso he comenzado una recogida de formas en change.org y os informo de habrá una denuncia y una campaña más extensa de boicot. La información que me llega ahora es confusa, me dicen que si pagan el canon de SGAE es suficiente, que no tienen por qué pedirme permiso”.

En la página de Facebook del artista se van colgando las evoluciones del caso. Compañeros de profesión como el cantaor El Niño de Elche le han pedido que comparta los detalles del proceso para que el gremio esté al tanto. ¿Estaremos ante el comienzo de una solución sindical para el pop-rock español?

Redacción

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