Jesús Quintana García.

Liberan al español secuestrado en Colombia

Jesús Antonio Quintana García ya está en su casa, en Cali, tras ser liberado por un grupo armado aún no identificado, tras dos días de secuestro. Así lo afirmó a través de un comunicado el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), del cual el malagueño es Director Gerente para las Américas y quien fuera secuestrado el pasado 5 de diciembre en inmediaciones del municipio de Toribío, al norte del departamento del Cauca.

Si bien a primeras horas de la noche había poca información sobre los autores del secuestro, lo que sí quedó claro en el comunicado oficial fue el agradecimiento de la entidad a las autoridades nacionales y a las indígenas, que tantas veces han intermediado o rescatado secuestrados en la región: «Agradecemos a las autoridades colombianas, a las comunidades indígenas, a las organizaciones sociales y a todos los que se movilizaron para asegurar su liberación». Hoy también se supo que la muy respetada guardia indígena fue activada el domingo, en respuesta a este caso, pero ante todo a los 10 asesinatos sucedidos durante el fin de semana en esta región del norte del Cauca.

La zona es tal vez de las más bellas de Colombia. Sin embargo, el departamento del Cauca, con un pie en la cordillera andina y otro sobre el Pacífico, es hoy uno de los que mayores horrores está viviendo por cuenta de la nueva violencia ensañada con esta región del suroccidente de Colombia.

Precisamente allí se encuentra el municipio de Toribío, donde fue secuestrado Quintana García y último punto de contacto que se tuvo con él, quien, al parecer, se embarcó en esta travesía por temas personales, nada relacionado con su labor o condición diplomática. Iba por la ruta a Tacueyó, camino a la ciudad de Neiva, capital del vecino departamento del Huila, y fue detenido en un retén ilegal. Esa ruta, entre la ciudad de Cali y Neiva es complicada, resulta fácil perderse y es muy poco recomendada en términos de seguridad, a pesar de ser la vía más corta para llegar a Neiva desde Cali.

A veces, el permanente goteo de violencia en esta zona del país hace que los hechos se diluyan en un mar de sucesos y titulares. Lo del secuestro no es nuevo en la región: dos días antes, dos comerciantes que venían del departamento de Caquetá, al sur del Cauca, fueron retenidos por miembros de la columna móvil «Dagoberto Ramos», disidencia de la exguerrilla de las Farc, pero muy pronto los dejaron en libertad al confirmar que eran comerciantes y no infiltrados. En junio pasado, dos extranjeros –uno suizo y el otro brasilero- y sus perros fueron liberados por el ejército, tras seis meses de un secuestro ocurrido en Corinto, municipio vecino a Toribío, y por quienes la «Dagoberto Ramos» exigía un millón de dólares, según dijeron las autoridades. Lo que menos se ha dicho es que en el primer semestre de 2020 se dieron seis secuestros en la región.

De allí que la principal hipótesis apunta a esta disidencia de la exguerrilla de las Farc como la responsable del secuestro. La columna móvil «Dagoberto Ramos» nunca estuvo vinculada al proceso de paz y rechazó las negociaciones en La Habana, procurando abrirse un espacio propio en esta región, pero sin mayor éxito hasta 2019, año a partir del cual los expertos y residentes en la zona afirman que ha crecido sin talanquera alguna en el norte del Cauca, amenazando y violentado especialmente a los líderes de los tres resguardos indígenas que hay en esta región.

Miembros de dichas comunidades fueron los que precisamente llegaron a Bogotá el pasado 20 de octubre, tras una larga marcha, para pedirle al gobierno del presidente Iván Duque efectividad en la protección de la vida de estos pueblos indígenas que hoy sufren una durísima presión por parte de disidencias, grupos paramilitares y narcotraficantes. Otro tanto le ha solicitado al mandatario el gobernador del departamento, Elías Larrahondo, quien tampoco ve mayores resultados en materia de seguridad. El fin de semana hubo una masacre en Santander de Quilichao, otro municipio del Cauca, y una vez más se convocó un consejo de seguridad con ministro de Defensa a bordo y nuevas ofertas de recompensa fueron anunciadas para dar con los responsables.

Aunque hay quienes sopechan que fue la banda de «Los Pelusos», una disidencia del Ejército de Liberación Popular (EPL, desmovilidado en 1991), personas conocedoras de la zona, consultadas por ABC, señalan que «»Los Pelusos» estuvieron por allí, pero más hacia el municipio de Corinto, al noreste de Toribío, donde han permanecido, mientras la Dagoberto sí tiene presencia en Toribío. Así que cabe esperar que fueran ellos». La cabecera municipal fue hostigada hace tan solo un mes por miembros de esta disidencia de las Farc,donde atacaron a algunos policías. Y cuentan que ya en un punto del camino a Tacueyó hay una pancarta que dice «bienvenido a territorio fariano».

Lo que sorprende a los locales es que la ruta por Tacueyó fuera la elegida para esta travesía. «Esa vía casi nadie la transita. Entendible que se hubiese metido por Gabriel López o Puracé, ¿pero por Tacueyó? Ni siquiera tiene ruta de bus intermunicipal. Si fue por una aplicación de turistas, seguramente le muestra esa ruta antigua, pero Waze no lo sabe todo…», dijo otra persona que pidió guardar el anonimato.

¿Qué sucede para tanta prevención? Una de las claves para el recrudecimiento de la violencia en la zona puede ser el reclutamiento intensivo de menoresque ha hecho la «Dagoberto Ramos», especialmente en estos tiempos de pandemia «donde los muchachos no van a clases». Conocedores de la región hablan de patrullas de estos grupos ilegales, que deambulan por las vías, hacen retenes como el que detuvo a Quintana García, cosa que no realizan con igual persistencia los miembros de la fuerza pública.

«Es un territorio donde son dios y ley, a pesar de las bases militares en Tacueyó y Corinto, que están en esa región, pero los del ejército no sale de ahí», comentan. El gobierno dice que hay presencia, pero os habitantes comentan que si bien «la fuerza pública está permanentemente, no hay presencia cotidiana, no controlan diariamente, de vez en cuando patrullan». Es cierto que es una zona complicada, con gran desconfianza de la población con la fuerza pública, lo que hace todo más complejo.

Y, de ser así, movilizar al secuestrado les habría resultado más sencillo –a pesar de no tener una estructura militar sólida que respalde el tránsito- pues dominan el terreno, tienen control de los cultivos ilícitos («algunos de marihuana llegan al borde de la carretera») y al parecer no hay fuerza que les resista, ni siquiera la propia guardia indígena que tantas veces ha rescatado secuestrados y ha procurado plantar cara a esta disidencia.

Afortunadamente, al parecer, la presión sobre los delincuentes hizo el milagro y liberaron a Quintana García, a quien y habían movido a una zona más occidental. Así lo afirmó el ejército en un comunicado: «En la vereda El Tierrero del municipio de Caloto, Cauca, las tropas de la Tercera División del Ejército Nacional con apoyo de la capacidad investigativa del Gaula de la Policía Nacional, logran la liberación por presión de Jesús Quintana García, ciudadano español quien había sido secuestrado por el Dagoberto Ramos», uno de los tantos Grupos Armados Organizados Residuales que ahora se disputan a sangre y fuego varias zonas del país.

El Motín

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