Pablo Rodríguez

ENTREVISTA: El periodista dominicano que sobrevivió al Covid-19: Pablo Rodríguez

Por Manuel Novas

Ex presidente del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) en Miami, Estados Unidos. Colaborador del periódico Miami Herald, activista comunitario y de los pocos dominicanos que en su retiro decidieron retornar a su país, Pablo Rodríguez es un milagro de vida luego de contagiarse y superar el mortal Coronavirus.

El comunicador habla del drama de lo que significa padecer la pandemia del siglo, los momentos críticos que atravesó para lograr que lo asistieran los médicos, el sufrimiento de su familia y brinda las claves de cómo escapó de sus garras durante los difíciles días en que estuvo recluido en el Hospital Metropolitano de Santiago (Homs).

¿Cómo fue que te contagiaste?

R.- Técnica o clínicamente no puedo precisar la forma de la adquisición del virus Covid-19. Pero sí puedo relatar que compartí con mi amigo y mejor hermano René Rodríguez Soriano, que en paz descanse, por espacio de unas cinco horas en el acto de presentación del libro Sigue la fiesta de la psicóloga Martha Beato en el Bar Moisés Zouain del Gran Teatro del Cibao el 10 de marzo, 2020.

La posibilidad de mi contagio puedo suceder de la siguiente forma: que ya antes del evento y encuentro con René, uno de los dos, ya hubiese adquirido el virus y pudimos habérnoslo transmitido el uno al otro indistintamente, es decir, que no hay pruebas de cómo me contagié. La casualidad, o el azar como diría el poeta Tony Raful, es que caímos en cama al mismo tiempo. Yo sobreviví…

¿Es cierto que posiblemente te contagiaste junto al fallecido escritor escritor René Rodríguez Soriano?

Esa es una posibilidad ya explicada en la pregunta anterior.

¿Cómo fue tu ingreso al hospital Homs de Santiago?

Sintiendo el incremento de los síntomas del virus, el viernes 20 de marzo, fui al Homs a consultarme con mi médico de cabecera, y éste luego del examen de rigor, me dijo que mis pulmones, mi respiración y mi temperatura estaban clínicamente bien y que él no veía nada porque tendría que preocuparme. Me recetó unos medicamento y regresé a mi casa. Más, sin embargo, durante el fin de semana, comencé a sentir fiebre, pequeño dolor de cabeza, tos seca, una mediana diarrea, aumento de la dificultad respiratoria y poco apetito.

Llegado el lunes, ya haciendo uso de la medicina popular de toma de té caliente, gárgara de sal, limonada…etcétera, conversé por vía telefónica en horas de la noche con una vecina odontóloga quien me ofreció ayuda para ser llevado al hospital pues me sintió hablar con preocupante dificultad.

El martes 24, durante el día las cosas siguieron igual y como a eso de las 8:00 pm, yo llamé al 911 para que vinieran a buscarme y me llevaran al hospital. Se tardaron bastante. Tanto, que mi hija residente en New York y una sobrina en Santo Domingo, iniciaron un “Call Center” al 911. Finalmente, vinieron. Me examinaron y según su diagnóstico, todavía mis pulmones estaban funcionando bien, mi temperatura normal y me aconsejaron descansar, yo le dije que no, que me llevaran al hospital a lo que ellos, el doctor respondió que no veía tal necesidad, pero que además, en los hospitales no había camas.

En ese intercambio me llama mi hija Lisaury de New York, yo le explico en lo que estoy y le paso el teléfono al doctor para que hable con ella. A ella, tampoco, le fue posible convencerlo para que me llevaran a cualquier hospital.

El miércoles 25 en horas de la tarde, yo ya, sintiéndome muy afectado decido asilarme en el hospital. En eso mi hija menor residente en Miami y mi amiga Luisa Sánchez me montan presión para que me vaya de inmediato al hospital y, es ahí, cuando decido llamar a mi amigo y hermano de ruta en la vida Rafael Baldayac para que me recoja y me lleve al Homs con el convencimiento o sospecha de que estoy afectado del virus y, él a todo riesgo de infectarse me recogió y me llevó a la Emergencia del hospital. En el proceso participaron otros actores que prefiero y/o prefieren estar en el anonimato.

Llegado al Homs, luego de un proceso rápido del procedimiento de entrada; me llevan a la emergencia y en asunto de minutos ya tengo suero, oxígeno, pastillas y demás medicamentos . Y, seguido, se inicia mi tour por los salones de tomografía, electrocardiograma y radiografía con resultados medicamente preocupantes. Duermo en emergencia pues no había cama disponible, como había afirmado el doctor del 911. Allí paso el día 26 y no recuerdo cuando fui trasladado a la habitación de aislamiento y cuidados intensivos, los cuales se iniciaron en la misma emergencia, en el piso once. Luego anduve por los pisos 7 y 6. Las razones ni me las dieron ni las pedí.

¿Cómo recibiste el diagnóstico de la enfermedad?

El diagnóstico lo recibieron los médicos de los equipos fotográficos y de los constantes procedimientos de análisis de sangre, toma de presión, del proceso de saturación y demás procedimientos y aplicación de medicamentos contra el Covid-19. Es decir que ellos desde la entrada me trataron como un paciente del virus sin hacerme la prueba PCR la cual fue realizada el sábado 4 de abril por falta de insumos en el hospital y/o por tardanza del laboratorio autorizado para los fines. El primer resultado lo recibo estando en mi casa el día nueve, habiendo salido del Homs el 6 de abril de 2020 como positivo.

Descríbenos la duración del tratamiento, en intensivo y los temores del personal médico

La duración del tratamiento fue de diez días. En cuidados intensivos, no sé qué tiempo duré, pues la información nunca me fue dada, podría decir que serían unos cincos o seis días, de los cuales en tres o cuatro de ellos, los médicos no garantizaban que yo amaneciera o pasara el día. Esa información la recibí estando en mi casa por parte de mis fuentes anónimas. Quienes, tampoco contaban con mi sobrevivencia.

¿Qué se siente al tener la enfermedad?

Extrañamente, no sentí miedo. Pues en primer lugar, tampoco sabía que estaba tan grave. Mi gravedad, la conozco después de mi salida. Obviamente, sentí todos los síntomas menos el dolor del pecho.

¿Cuál crees fue la razón de que lo superaras?

Podría decir que dicha razón radica en la rápida aplicación y calidad de los medicamentos que los médicos decidieron colocarme y la extraordinaria atención de las enfermeras que hacían los procedimientos. Que seres humanos y clínicos tan maravillosos. Qué valor tan grandes tienen esos hombres y mujeres que ejercen ésta profesión y, más en la soledad de un aislamiento y ante una enfermedad tan peligrosa para ellos y sus familias. Mi solidaridad y devolución de amor para ellos.

Sumo a lo anterior las oraciones, los afectos, preocupaciones y solidaridad de mis hijas, familia y mis amigos.

¿Cómo fue la dada de alta?

La dada de alta fue un proceso agradable. Pues, el viernes 4 de abril me informa una enfermera que nunca pude identificar a ninguna por el atuendo protocolar, que la doctora a mi cargo había firmado dicha salida.

Eso fue como a las diez u once de la mañana. Sucede que llegó la hora del #Quedate en casa y, así fue que me quedé en el Homs no solo el viernes, sino el sábado y el domingo conversando con los amigos y familiares vía teléfono hasta que llegó el lunes 6 y el camillero, después de hacer varios “Uber” o carrero de taxi normales en su silla de rueda, me recoge y me lleva a caja donde comienza el proceso de que como diría Cuco Valoy: de aquí usted no se va, si los cuartos no están, pues mi tarjeta fue declinada y no había forma de hacer una llamada desde la oficina de caja y mi celular descargado durante los doce días que duré en el Homs.

Bueno siempre se prende un bombillito, y le pido a la cajera que me le diera un poco de carga al teléfono y así pude llamar a un personaje anónimo, que se hiciera garante del pago. Y, luego de aceptado el garante, firmó y consigo mi libertad, perdón mi salida. Y como Colón dijo tierra, yo dije: sol, aire, calle, vida…caminé en el parqueo y las lágrimas acompañaron mi pequeña caminata que hice mientras Baldayac, quien me fue a recoger, corriendo el mismo riesgo anterior, recogía mi celular que lo había olvidado en caja.

Háblanos del retorno a tu casa

Al salir del Homs le digo a Baldayac, pasa por tu casa para saludar a mi cuñada Angie su esposa y ver a mi amigo Genaro Abreu que vive al frente de ellos. Llegamos y a la distancia los saludos y le bailo un merenguito imaginario…seguimos y nos detenemos en casa del garante para dar las gracias de lejos también, e igualmente, me imagino el mismo merenguito y lo bailo al estilo Joseíto Mateo.

Finalmente llegamos a casa. Rafael me ayuda a subir con algunas pertenencias, conversamos un poco y se despide. Ya solo en mi segunda planta no sé que hacer. Llamo a mis hijas, me llaman los amigos y la familia…lloro, lloro con cada llamada, pues las muestras y expresiones de afectos y gracias a Dios no se detienen y me emocionan, me emocionan y lloro, lloro…al igual que lo hago ahora al contestar estas preguntas. Lloro para dar gracias por la solidaridad y el amor recibido.

¿Qué experiencia y nueva visión de la vida te dejó el Covid-19?

La mejor experiencia es la sobrevivencia misma. La nueva visión es la de expresarles solidaridad y amor a los seres humanos ya sean familia, amigos y/o hasta extraños. Pienso que por cualquier razón que nos llegara el Covid-19, Dios es superior a su maldad. Y, finalmente, hacer mía la frase del filósofo español Fernando Savater en entrevista con la BBC en el “Hay Festival” de que:” La solidaridad convierte a una muchedumbre en una sociedad”.

El Motín

Agregar comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.