Oscar López Reyes
Sin manta religiosa y con los ojos cerrados como un deslucido espécimen del nuevo milenio, el director general de una institución estatal nombró a su cónyuge, dos hijos, a hermanos, sobrinos y hasta a una abuela, y no se sabe si a primos, un yerno, un nuero y a cuñados. Esa extralimitación -o intemperancia- ladeó como el móvil para la emisión de un decreto del presidente Abinader, que le destronó del cargo. Epitafio: ¡Excomulgado, porque lo colosal hasta Dios lo mira!
En ese interregno en que el bondadoso patriarca suspiraba, la encargada de recursos humanos de otro organismo oficial llamó a su despacho a un caballero recién designado y a su madre, para decirles que “uno de ustedes” debe renunciar, porque la ley se opone a que los dos laboren a la sombra del mismo techo de una oficina gubernamental. La doña prefirió quitarle la caperuza.
Desde el estadio de la montonera o guerras civiles ulteriores a la independencia nacional, la administración pública dominicana ha sido un botín en el reparto de empleos por clientelismo o padrinazgo, en el estuche de que la oportunidad se pinta calva como la nuca, y hay que aprovecharla.
El nepotismo registró su más desmesurado despliegue en el absolutista régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina (Chapita, por las numerosas placas que se colocaban en sus uniformes), quien, luego de ser procesado y condenado en 1919, en San Pedro de Macorís, por estuprar en Los Llanos a la menor Isabel Guzmán, ostentando el rango de segundo teniente del Ejército, en 1930 ascendió a la Presidencia de la República, en el brote de un fraude electoral.
Seguidamente, fundó el Partido Dominicano y, alineado con los ritos y la intimidación del resonante lema de “Rectitud, libertad, trabajo y moralidad”, designó a sus hermanos y parejas sentimentales en las más prominentes posiciones de la nación. ¿Quiénes…?
1.- Héctor Bienvenido Trujillo Molina (Negro): presidente de la República títere desde 1952 hasta1960, y generalísimo.
2.- José Arismendy (Petán): director de La Voz Dominicana (luego Radio Televisión Dominicana) y general de división del Ejército, no obstante haber guardado prisión por robar ganado y perpetrar otros delitos.
3.- Aníbal Julio (Bonsito): jefe de Estado mayor del Ejército, a pesar de sufrir de esquizofrenia, por lo que repetía que era “La reencarnación de Julio César”.
4.- Virgilio: secretario de Interior, Policía, Guerra y Marina, y Ministro en París y Londres, sin tomar en cuenta que era un fullero, asiduo visitante de cabarets y reconocido por cometer fechorías.
5.- Romeo Amable (Pipí): encargado de la Oficina de Control de Prostitutas, lo que facilitó que continuara su mundana función de empresario extorsionador de burdeles y comercializara con la denominada “La tarjeta de Don Pipí”.
6.- Luis Rafael (Nene): subsecretario de las Fuerzas Armadas, como coronel del Ejército, y presidente de la Comisión de Compras del Estado.
7.- Pedro Vitelio: ascendido a general del Ejército, y era propietario de carnicerías.
8.- Flérida Marina: suplidora de mercancías del gobierno, a precios abultados, y esposa del mayor general del Ejército José García.
9.- Rosa María Julieta: esposa de Ramón Félix Saviñón Lluberes, concesionario de la muy rentable Lotería Nacional.
10.- Ofelia Japonesa: negociante del Estado y esposa del comerciante y diputado Luis Emilio Ruiz Monteagudo.
11.- Luisa Nieves: descolló como meretriz en zonas de prostitución de la región Este del país y en Cuba, así como empresaria de bienes y raíces.
Los hijos del perínclito de San Cristóbal gozaron de amplios privilegios, al extremo de que por un decreto designó a Leónidas Radhamés (Ramfis) coronel del Ejército, con apenas cinco años, y más adelante lo ascendió a general de brigada. Los otros fueron Flor de Oro, Odette Altagracia, Yolanda, Elsa Julia, Bernadette, Julia Genoveva, María de los Ángeles del Corazón de Jesús (Angelita), Rafael Leónidas y otros, procreados con Aminta Ledesma (1922-1925), Bienvenida Ricardo (1927-1935) y María Martínez Alba (1937-1961). Además de estas tres esposas, tuvo otras 17 relaciones maritales informales.
El nepotismo permitió que Trujillo Molina implantara una tiranía inflexible, en el zócalo de la persecución, el encarcelamiento y el asesinato de adversarios; adquiriera 111 empresas y amasara una fortuna de 800 millones de dólares.
Posteriormente al descenso del trujillismo, los actos presidenciales distinguiendo a ascendientes y descendientes prosiguieron sin ton ni son, incluso en el espinazo de reformas administrativas oficiales. “¡Cosas veredes!”.
Disparidad. El presidente Luis Rodolfo Abinader Corona tremola, cronométricamente, el laurel del acatamiento de las disposiciones legales contra el nepotismo, y marca una diferencia con relación a predecesores: ninguna hija, ningún hermano, sobrino ni otro pariente está en la nómina pública. Tampoco participan en negocios. Para su familia, el solio presidencial ha sido un sacrificio incontable…
El presidente Abinader se cuida, sin CucaMácara. Y los que emulen ese comportamiento, y no lleguen a la administración pública con el traje de otra galaxia, se salvarán de que les apliquen el rodillo, como al astronauta terrestre que designó hasta a su abuela, y que fue despedido por el jefe de Estado.
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