A lo largo de República Dominicana hay una serie de lugares especiales con empresas que producen desde equipos médicos hasta joyas y están exentas de impuestos.
Se trata de zonas francas, parques industriales con reglas fiscales y aduaneras más benévolas que en el resto del país caribeño y que actualmente canalizan dos tercios de las exportaciones dominicanas.
Esas áreas se han vuelto también una fuente de trabajo para esta nación de 11 millones de habitantes, con 198.000 empleos directos generados hasta fines del año pasado, según cifras de la Asociación de Zonas Francas de las Américas (AZFA).
De hecho, República Dominicana se ha convertido en el país de América Latina con más empleos directos por zonas francas y parques bajo ese régimen, seguido por Costa Rica y Honduras respectivamente, de acuerdo a la misma fuente.
«Las zonas francas sí son clave en nuestro país desde hace décadas, independientemente del partido que haya estado en el gobierno”, dice Claudia Pellerano, una dominicana que preside la AZFA.
Juegan un papel importante en la economía del país, que este domingo celebra elecciones presidenciales.
Sin embargo, estos lugares especiales han recibido apuntes críticos del Banco Mundial.
“Se han diversificado”
Las zonas francas se han vuelto una suerte de política de largo aliento que República Dominicana ha tenido para atraer inversiones desde 1969, cuando abrió la primera de ellas en la ciudad de La Romana.
Aquel emprendimiento nació a instancias de una transnacional con inversiones azucareras, la Gulf and Western Americas Corp., tras aprobarse normas de incentivo industrial que libraron de impuestos a compañías instaladas en zonas francas del país.
Con el tiempo surgieron otras zonas francas en República Dominicana. Las empresas que operaban en ellas pasaron el centenar ya en 1983. Y en los años siguientes su ritmo de crecimiento ya destacaba a nivel del Caribe y Centroamérica.
Este régimen especial dominicano recibió un incentivo importante desde Estados Unidos, primero con aranceles preferenciales a productos de la región y luego con el tratado de libre comercio con Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA, por sus siglas en inglés) a partir de la década de 2000.
Actualmente en las zonas francas dominicanas hay unas 820 empresas locales y extranjeras que movieron exportaciones por más de US$8.000 millones en 2023 según cifras oficiales, una cifra récord para el país, con EE.UU. como gran destino (79% del total).
Estas ventas incluyen desde los tradicionales textiles y tabaco hasta productos farmacéuticos y equipos médicos, que juntos son la principal exportación al totalizar US$2.474 millones y superar el 30% de las salidas desde zonas francas.
También exportaron productos plásticos, metálicos, eléctricos y calzados, entre otros.
Este abanico industrial sumó miles de puestos de trabajo en las zonas francas dominicanas, según sus defensores a mayor ritmo que en otros países latinoamericanos, donde abundan en esas áreas pequeñas y medianas empresas de comercio o servicios.
En base a su ubicación geográfica e infraestructura de puertos y aeropuertos, República Dominicana apuesta ahora a beneficiarse del nearshoring, una tendencia por la cual industrias occidentales tercerizan parte de su producción en países próximos para simplificar su logística en lugar de hacerlo en Asia.
Fernando Capellán ha sido testigo directo de cómo las zonas francas dominicanas cambiaron desde que entró a trabajar como pasante de ingeniería industrial en la planta de confección de una de ellas en 1979 en Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad más importante del país.
Siete años después fundó su propia empresa textil en el mismo lugar y más tarde instaló un parque industrial, Codevi, en una zona franca de la vecina Haití que provee mano de obra a la cadena de suministro.
“Las zonas francas en República Dominicana han demostrado que son un sector con mucho potencial”, dice Capellán a BBC Mundo. “Se han diversificado y sofisticado con más valor agregado. Y más tecnología hasta en el área textil, que fue donde arrancó”.
«Limitados»
Pero también han surgido sugerencias de modificar esta política en República Dominicana.
El Banco Mundial indicó en un documento en agosto que, aunque la actividad en las zonas económicas especiales promovió el empleo y atrajo inversión extranjera directa al país, “sus efectos indirectos en el resto de la economía han sido limitados”.
Agregó que en promedio generaron 3,8% del empleo total entre 2010 y 2019 y que las empresas de baja tecnología bajo esos regímenes especiales tienen una productividad casi 30% más baja que las empresas comparables que están fuera de ellos.
En otro informe sobre clima y desarrollo del país, el Banco Mundial sugirió en noviembre revisar “las vacaciones fiscales para las Zonas Económicas Especiales” dominicanas con el objetivo de “garantizar la neutralidad fiscal entre empresas y sectores”.
Sin embargo, los representantes de las zonas francas son reticentes a ese tipo de cambios.
“Cuando una empresa de zona franca hace una inversión, la hace a largo plazo. Y cuando ese marco legal lo cambian constantemente se desestabiliza la parte de la inversión. Entonces para nosotros la estabilidad de ese marco es importante”, sostiene Pellerano.
Y señala que “en este gobierno, en los últimos años ha habido una prioridad y apoyo al sector de zonas francas de manera clara”.
El presidente dominicano, Luis Abinader, figura en las encuestas como favorito a ser reelecto, con una ventaja tal que podría lograr mayoría absoluta el domingo y evitar un balotaje con su antecesor Leonel Fernández o Abel Martínez, un exalcalde de Santiago de los Caballeros.
Distintos analistas señalan que una clave del favoritismo de Abinader es la fuerte recuperación de la economía dominicana después de la pandemia de covid, con tasas de crecimiento superiores al promedio regional y una expansión de 5,4% del PIB proyectada para este año por el FMI.
Un reciente análisis del Real Instituto Elcano en España indicó que esta bonanza económica dominicana se apoya en “sectores estrella” del país como las zonas francas y el turismo, además de las remesas.
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