Por Jaime Bruno
New York.-Esta es la crónica de una crisis política anunciada, que involucra a varios lideres que ascendieron al poder, a un cargo dentro de una organización política. La primera fase de esta crisis se da con el Síndrome del Impostor, que es cuando uno piensa que no esta a la altura de la responsabilidad del nuevo cargo o aspiraciones políticas. Las aspiraciones insatisfechas generan un trauma en los políticos que cataliza el desarrollo de otro trauma psicológico llamado síndrome de Procusto, el cual no permite y se intenta aniquilar a quien ose destacarse o le pueda hacer sombra. Esto finalmente conlleva a una tercera fase neurótica que es la Soberbia y la perdida absoluta de la reputación. Estas tres fases son las que marcan la crisis política y de liderazgo que se avecina dentro de los cimientos del partido Fuerza del Pueblo en la circunscripción #1 del exterior.
La patología de Impostor solo se supera cuando el enfermo descubre que el resto de sus sicofantes son tan incompetentes como él mismo para la responsabilidad ocupada. El síndrome de Procusto se manifiesta cuando se alcanza el cargo, el poder y no se entiende que está ahí no para conservar su posición, sino para crear valor, alcanzar una meta o construir un legado. Estos dos síndromes ya mencionados provocan el Mal de Altura, cuando se sufre cayendo en la alucinación de creerse el rey o reina de la creación, y como está anestesiado por los sicofantes y el borreguismo, sucumbe ante sus propios delirios de grandeza. La soberbia es la última fase de la decadencia de un político o un líder fallido. Se produce cuando el individuo no ha aprendido nada de sus tropiezos anteriores y persiste obstinadamente en sus errores, entrando en una fase de destrucción personal y política que culmina en el descredito y la perdida de cualquier buena reputación conseguida. Sus últimos estertores coinciden por lo general en el cachondeo público, en las reuniones y las vendettas de sus agraviados.
Ciertamente, la crisis de liderazgo en la circunscripción provocó la desmotivación y el desinterés por el trabajo político. Actualmente la decadencia de sus líderes corroe y conduce al atropello de poder y al no reconocimiento del esfuerzo de personas comunes, ni de sus compañeros de partido o de equipo de trabajo. Es el caso de algunos viejos robles del Partido Fuerza del Pueblo en el exterior del país. New Jersey y Massachusetts muestran un alto grado de deterioro de sus respectivos liderazgos. New York es un caso excepcional con algo de patético, notable y con un incuestionable y pronunciado deterioro que preocupa a los que practican sagradamente una política fina y en consonancia con el ejemplo del Profesor Juan Bosch. La representación dirigencial ha cambiado muy poco desde la última vez que el Partido de la Liberación Dominicana realizó su congreso para elegir sus autoridades, de hecho, son los mismos personajes, el liderazgo elegido fue momificado, y con la ruptura que ocurrió en ese partido en el 2019 parte la dirigencia se movió hacia una emergente organización política… el Partido Fuerza del Pueblo. Las cosas han cambiado, el mundo avanza y aires de cambio traen un nuevo aliento de esperanza. Con los cambios también ha llegado la desesperación y frustración a un viejo liderazgo que no comprende lo que acontece. En términos políticos los petrificados no entienden que vivimos en un mundo globalizado, de ideas compartidas, con una super carretera de informaciones frescas y listas para nutrir al liderazgo emergente, y que además este mundo digital está siendo sabiamente explotado por la juventud.
Los primeros síntomas del declive dirigencial se manifestaron durante el proceso de la plenaria para seleccionar la dirección estructural del condado del Bronx. ¿Resultado?, una impugnación, y una solución que resulto ser peor que la enfermedad, una división territorial y de esencia política en el condado que aniquiló toda posibilidad de un buen desempeño electoral como partido. Otras manifestaciones sintomáticas de la decadencia dirigencial se manifestaron con el resultado negativo de la representación de una compañera de la DC de cinco posibles para ser miembros de la Dirección Política del Partido Fuerza del Pueblo. En adición a todo esto la decisión de un presidente de partido de apoyar abiertamente a un precandidato a diputado fue una puñalada en el corazón mismo del proyecto presidencial, esta pésima decisión trajo consecuencias desbastadoras a los procesos de escogencia de los candidatos, al equipo de campaña electoral presidencial y a la que debió ser la unidad monolítica de la proyección de un candidato con un crecimiento meteórico. La incomprensión dialéctica de estos procesos catalizó progresivamente la pérdida de visión objetiva hasta que la crisis de liderazgo quedo al desnudo.
Después de varias derrotas y desaciertos, podríamos decir que el próximo planteamiento es el caso típico cuando es insostenible mantener un liderazgo por y para el bienestar de todos. El pasado domingo 14 de Julio, una representación de la alta instancia del partido Fuerza del Pueblo supervisó el proceso de escogencia de dos miembros de la Dirección Central del partido a fin de incluirlos en la comisión coordinadora del próximo congreso Dr. Franklin Almeyda Rancier, incluido el Dr. Leonel Fernández, presidente del partido. A pesar de la presencia supervisora de los miembros de la dirección política y de todas las garantías democráticas, el pragmatismo esperado de algunos de las máximas autoridades políticas de la circunscripción # 1 brilló por su ausencia. Sin invitación, la anómala agitación enfermiza de hablar sin parar, el síndrome Procusto, la Soberbia, el egocentrismo sin límites y el borreguismo tomaron participación en el centro del proceso, pero, gracias a la sabiduría de la comisión el proceso no fue boicoteado. Una insensata y contra prudente impugnación fue elevada por tercera ocasión consecutiva poniendo entre dicho y a prueba la lealtad, el decoro, la integridad, la pasión, la entrega y la responsabilidad de quienes dirigen la comisión organizadora y supervisora de esta selección estatutaria y por supuesto, el apoyo incondicional de la alta Dirección Política a la misma.
Impugnaciones insensatas se han realizado, peticiones que en gran medida han tenido que ser complacidas, aunque las mismas y con el tiempo reconocemos que en vez de fortalecer, sembraron un precedente y unas secuelas de conflictos y pérdida de visión objetiva sin precedentes. La pérdida de credibilidad ante los miembros de la dirección política se ha manifestado, la acumulación frustraciones hasta la saciedad es evidente, el hecho de no poder avanzar como organismos, como sociedad, ni de manera individual se refleja en el deterioro y declive del liderazgo. La militancia ha perdido la motivación casi a nivel general, es evidente y lo vemos en los equipos que comienzan a limitar su desempeño, realizando sólo lo necesario y perdiendo interés por lograr lo planeado. Un equipo que no cuente con la dirección de un liderazgo adecuado para cohesionarse y maximizar su potencial, le resultará casi imposible que cumplir sus objetivos generales a largo plazo.
La dirección Política tomó las mismas decisiones del pasado, siendo flexibles para estos casos tan puntuales y evidentes. Con esto nos harán ingresar a una fase de inercia o estancamiento, que impedirá la mejora continua y el crecimiento de nuestra organización. Las quejas se convertirán en una práctica rutinaria y darán inicio a estados como la apatía y el deseo de abandonarlo todo. No hay manera de poner el tren en los rieles correctos si no existe una influencia idealizada que emane desde arriba, una motivación inspiradora a la comprensión de que debemos abrir portones, que se acercan cambios y debemos sembrar la estimulación intelectual y consideración individual.
Esta crisis de liderazgo se ha manifestado con la pérdida de credibilidad de algunos lideres, la manifestación de la falta de desarrollo político de algunos y el narcisismo de muchos. ¿En quienes recae entonces la responsabilidad de dirigir esta crisis en el deterioro y declive dirigencial? No importa que sea en su hogar, su negocio o su fundación, situaciones como estas representan una pérdida de equilibrio, y no queremos irnos de bruces, entorpecer y frenar el desarrollo de la organización política. La última decisión de la alta dirigencia, denota una falta de claridad que podría obstaculizar el flujo de trabajo del congreso Dr. Franklin Almeyda y provocar un choque de trenes el día del congreso elector.
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