Cómo descubrieron lo que ocultó el laboratorio chino de Wuhan sobre el Covid-19

Durante la mayor parte del año pasado, la idea de que la pandemia del coronavirus pudo haber sido desatada por un accidente de laboratorio en Wuhan, China, fue desestimada en gran medida y se le consideró como una teoría conspiratoria racista del movimiento de la derecha.

A principios de 2020, The Washington Post acusó al senador estadounidense Tom Cotton de “echar leña al fuego en una teoría conspiratoria que ha sido desmentida repetidamente por expertos”. CNN se incorporó al debate con la pieza informativa titulada «Cómo desmentir las teorías conspiratorias y la desinformación sobre el coronavirus proveniente de amigos y familiares». La mayoría de los medios noticiosos más populares, desde el The New York Times (“teoría marginal”) hasta NPR (“Científicos desmienten la teoría del accidente de laboratorio”), se mostraron igualmente desdeñosos.

Newsweek fue una excepción al informar, en abril de 2020, que el Laboratorio de Virología de Wuhan (LVW) participaba en investigaciones de ganancia de función y podría haber sido el sitio donde se produjo la fuga; Mother Jones, Business Insider, el NY Post y FOX News también fueron excepciones.

Laboratorio de Wuhan.

Sin embargo, en los últimos días la historia ha incursionado en el discurso público. El presidente estadounidense Joe Biden ha exigido una investigación a los organismos de inteligencia de su país. Y los medios convencionales, en un sorprendente cambio de dirección, consideran esta posibilidad con enorme seriedad.

La razón del repentino cambio de actitud es clara: durante las semanas y meses de la pandemia, la cantidad de pruebas sustanciales que señalan al laboratorio de Wuhan continúa aumentando, hasta el punto en que se ha vuelto demasiado grande como para pasarla por alto.

Quienes se encargaron de descubrir estas pruebas no son periodistas ni espías ni científicos. Son un grupo de investigadores aficionados, con pocos recursos y mucha curiosidad, además de la disposición a dedicar días a explorar la internet en busca de pistas. Durante toda la pandemia, alrededor de dos docenas de corresponsales, muchos de ellos anónimos, que trabajaron independientemente desde muchos países distintos, han descubierto oscuros documentos, han enlazado la información y la han explicado en largos hilos de Twitter, en una especie de lluvia de ideas colectiva y de fuente abierta que fue, en parte, ciencia forense, en parte periodismo ciudadano, y algo totalmente nuevo. Se hacen llamar DRASTIC, siglas de Decentralized Radical Autonomous Search Team Investigating Covid-19 (Equipo de Búsqueda Radical Autónomo que Investiga el Covid-19).

Durante mucho tiempo, los descubrimientos de DRASTIC se limitaron al extraño mundo de Twitter, y eran conocidos únicamente por unos cuantos seguidores nerds. Estos investigadores se toparon con una buena cantidad de callejones sin salida, se enfrascaron en ocasionales disputas con científicos que no estaban de acuerdo con sus interpretaciones y produjeron en tiempo real una gran cantidad de información sin filtrar. Gradualmente, la calidad de su investigación y el rigor de su pensamiento atrajeron a más seguidores, entre ellos, muchos científicos y periodistas profesionales.

Gracias a DRASTIC ahora sabemos que el Instituto de Virología de Wuhan tenía una amplia colección de coronavirus reunidos tras muchos años de búsqueda en cuevas de murciélagosy que muchos de ellos, como el pariente más cercano que se conoce del SARS-CoV-2, el virus que provocó la pandemia, provenían de un pozo de mina donde, en 2012, tres hombres murieron debido a una enfermedad que, se sospecha, era semejante al SARS.

Ahora sabemos que el LVW trabajaba activamente con estos virus, utilizando protocolos de seguridad inadecuados, en formas que pudieron haber desencadenado la pandemia, y que el laboratorio y las autoridades chinas han trabajado arduamente para ocultar esas actividades. Sabemos que los primeros casos aparecieron semanas antes del brote en el mercado de Huanan, que alguna vez se consideró como la zona cero.

Por supuesto, nada de esto demuestra que la pandemia haya iniciado en el laboratorio de Wuhan: es totalmente posible que no haya sido así. Sin embargo, las pruebas reunidas por DRASTIC equivalen a lo que los fiscales denominan causa probable, es decir, un argumento sólido y basado en pruebas a favor de una investigación completa. No se sabe si los mejores esfuerzos de Estados Unidos y otras naciones para investigar la hipótesis de la fuga en el laboratorio producirán pruebas inequívocas en un sentido o en otro, al menos, sin la plena cooperación de China, lo cual es poco probable.

Pero si es así, este pequeño y variopinto grupo de investigadores aficionados han revelado lo que podría ser la mayor historia del siglo XXI.

Así es como lo hicieron…

EXTRAÑAS COINCIDENCIAS

El joven indio que se hace llamar The Seeker (el buscador) tiene poco menos de 30 años, vive en alguna parte del este de India y utiliza una pieza de arte tribal de su región de Bengala Occidental en su icono de Twitter, señala en un correo electrónico. Su carrera ha sido una mezcla de arquitectura, pintura y cinematografía; su madre y su hermana dicen que es un khichdi, que significa una mezcla de ingredientes dispares que se suman para producir algo sorprendente y delicioso.

Siendo un voraz autodidacta, se convirtió en experto en la búsqueda en los oscuros callejones de la red, muy lejos de los lugares bien iluminados patrullados por Google, en busca de información sobre cualquier tema que le interesara. Publicaba frecuentemente en Reddit, donde ha acumulado la enorme cantidad de 750,000 puntos de karma. Eso fue lo único que The Seeker le reveló a Newsweek mediante correo electrónico y mensajes; él prefiere mantener su anonimato.

Al igual que la mayoría de las personas que seguían las noticias al inicio de la pandemia, The Seeker creía inicialmente que el virus había pasado de los animales salvajes a los seres humanos en un mercado de Wuhan. (El 27 de marzo tuiteó: “Nadie quiere ver morir a sus padres, su abuelo y su abuela por un estúpido virus proveniente de un mercado de animales exóticos”). Él creía esto porque era lo que la prensa establecida le decía, y la prensa establecida lo creía porque eso era lo que decía un puñado de científicos. Uno de los principales científicos de ese grupo era un biólogo llamado Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, un grupo de investigación sin fines de lucro que dirigía un amplio programa internacional para estudiar patógenos naturales con el potencial de provocar una pandemia. Daszak había colaborado durante años con Shi Zhengli, directora del Instituto de Virología de Wuhan (IVW) y renombrada viróloga de murciélagos. Daszak fue coautor, junto con Shi, de casi una docena de artículos y le canalizó a esta última al menos 600,000 dólares de subvenciones del gobierno estadounidense. Como la pandemia surgió prácticamente a las puertas del laboratorio con la mayor colección de coronavirus del mundo, provocando especulaciones de que el IVW podría estar involucrado, Daszak y otros 26 científicos firmaron una carta que fue publicada en The Lancet el 19 de febrero de 2020. “Nos unimos para condenar claramente las teorías conspiratorias que sugieren que el covid-19 no tiene un origen natural”, se lee en dicha carta. Ahora sabemos, gracias a una solicitud amparada por la Ley de Libertad de Información, que Daszak orquestó la carta para evitar que se hablara de una fuga en el laboratorio. Él fue quien la escribió, que se puso en contacto con otros científicos para que la firmaran, y quien trabajó tras bambalinas para hacer que la carta pareciera representar el punto de vista de una amplia gama de científicos. «Esta declaración no tendrá el logotipo de EcoHealth Alliance y no podrá identificarse como procedente de cualquier organización o persona», escribió en su presentación a los firmantes. Científicos cuyo trabajo se había traslapado con el del IVW acordaron no firmarla, de manera que pudieran «publicarla en una forma que no se relacionara con nuestra colaboración». Sin embargo, en ese momento no había ningún indicio del papel de Daszak como organizador. La carta ayudó a que este apareciera en todos los medios de comunicación, donde calificó la posibilidad de una filtración en el laboratorio como “ridícula”, “sin bases” y “puras tonterías”. También atacó a los científicos que publicaron pruebas que señalaban al laboratorio. Parte de la razón por la que la teoría del laboratorio no tenía sentido, afirmó, fue que el laboratorio de Wuhan no cultivaba ningún virus ni remotamente parecido al SARS-CoV-2. (Daszak no ha respondido a las solicitudes de comentarios hechos por Newsweek). Durante mucho tiempo, Daszak tuvo una influencia sorprendente. Pocas personas en los medios lo cuestionaban o señalaban que su carrera y organización sufrirían un profundo daño si resultaba que su trabajo había formado parte indirectamente de la pandemia. Su cómplice involuntario fue Donald Trump, quien adoptó la teoría, convirtiendo lo que debía haber sido una cuestión científica en un tema político. Cuando el gobierno de Trump canceló los contratos con EcoHealth Alliance en los que se habían gastado millones de dólares en investigaciones sobre nuevos virus, 60 Minutes difundió un segmento en el que se presentaba a Daszak como un mártir de la maquinaria conspiratoria de la derecha. Para los derechistas de todas partes parecía una cuestión muy simple: el enemigo de mi enemigo es mi amigo: por lo tanto, la teoría de la fuga del laboratorio es una tontería. Para principios de 2020, The Seeker comenzaba a cuestionar ese punto de vista. Había comenzado a interactuar con personas que estaban socavando los puntos de vista generalmente aceptados. Una parte importante fue una extensa publicación en Medium hecha por Yuri Deigin, el empresario canadiense de la longevidad, en la que se hablaba del RaTG13, un virus que Shi Zhengli había revelado al mundo en un artículo publicado el 3 de febrero en la revista Nature. En ese artículo, Shi presentó el primer análisis amplio del SARS-CoV-2, que aparentemente había salido de la nada; el virus no se parecía a nada que se hubiera visto antes, incluido el primer SARS, que provocó la muerte de 774 personas de 2002 a 2004. Sin embargo, en su artículo Shi también presentó el RaTG13, un virus con una configuración genética similar a la del SARS-CoV-2, lo que lo convertía en el único pariente cercano del virus hasta ese momento. En el artículo no se presentaban datos precisos sobre el origen del RaTG13. No se indicaba exactamente dónde o cuándo se había encontrado; solo que se había detectado previamente en un murciélago de la provincia de Yunnan, en el sur de China. El artículo suscitó la sospecha de Deigin. Se preguntó si el SARS-CoV-2 podría haber surgido por alguna mezcla y ajuste genéticos realizados en un laboratorio que trabajara con el RaTG13 o con virus relacionados. Su publicación fue convincente y amplia. The Seeker publicó la teoría de Deigin en el sitio Reddit, que de inmediato suspendió permanentemente su cuenta. Ese temprano olorcillo a censura despertó la curiosidad de The Seeker, y lo llevó a leer más sobre las ideas del grupo en Twitter. “Encontré a un animado grupo de personas ansiosas de debatir y explorar el tema”, declaró a Newsweek por correo electrónico. Se trataba de un grupo ecléctico. Había empresarios, ingenieros y una microbióloga de la Universidad de Innsbruck llamada Rossana Segreto. Ninguno de ellos se conocía previamente; se acercaron al foro después de concluir, cada uno por su cuenta, que la opinión generalizada sobre los orígenes del covid-19 no tenía sentido. Las conversaciones eran moderadas por un bromista coordinador que vivía en algún lugar de Asia, se identificaba con el seudónimo de Billy Bostickson y cuyo icono de Twitter era la caricatura de un mono de laboratorio molido a golpes. The Seeker encajó perfectamente en el grupo. “Ellos me ayudaron a ponerme al corriente en el debate y comencé a informarme”, dice. “Antes de darme cuenta me enganché en el misterio”. En parte, lo impulsaba la curiosidad, pero también un creciente sentido del deber cívico. “El covid-19 le ha quitado la vida a incontables personas y ha devastado a muchas otras. Pero también ha dejado muchas pistas que no se han seguido. La humanidad merece respuestas”.

El Motín

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