A través de los cacerolazos cientos de personas se han sumado a las manifestaciones pacíficas que se llevan a cabo en el país, luego de la anulación de las elecciones municipales por parte de la Junta Central Electoral (JCE), el pasado 16 de febrero.
Bajo el lema “Saca tu olla, caldero o sartén y dale duro”, la manifestación “Cacerolazo Nacional” fue convocada a través de las redes sociales el pasado viernes, y desde entonces no ha parado, sino que por el contrario, va en crecimiento.
Residentes en los sectores de la parte alta del país como Naco, Piantini, Evaristo Morales, El Millón y Paraíso fueron los primeros en acudir al llamado. Sacaron sus recipientes metálicos y por espacio de 10 minutos hicieron retumbar los balcones de sus hogares.
La difusión de esta novedosa protesta en el país ha sido profusamente difundida a través de vídeos por las redes sociales, esencialmente Twitter, Instagram y Facebook.
El sábado, por segundo día consecutivo, el cacerolazo alcanzó el sector Los Cacicazgos, del Distrito Nacional, donde los vecinos del lugar comenzaron a tocar sus calderos alrededor de las 8:00 de la noche, coincidiendo con la llegada del presidente Danilo Medina, quien reside en esa zona, lo que provocó que calles aledañas a la casa del mandatario fueran resguardas por patrullas policiales.
De igual forma, aunque de manera tímida, sectores populares de Santo Domingo Este se unieron a través del cacerolazo a los manifestantes que exigen a la JCE una explicación por el fracaso de las municipales y el alegado fallo o sabotaje de los equipos automatizados.
Desde sectores de la parte alta del Distrito Nacional también se reportaron algunos toques de cacerolas.
Este domingo, los cacerolazos llegaron a los centros o plazas comerciales y clubes de la capital, iniciando a las 3:00 de la tarde, seguido de otro a las 6:00 y culminando a las 8:00 p.m.
A falta de cacerolas para protestar, los comensales de un restaurante en un centro comercial de lujo en la capital, se valieron de los cubiertos y la vajilla de las mesas para manifestar su descontento.
Lo mismo se replicó en distintos negocios de la metrópoli, donde los ciudadanos utilizaron cualquier objeto que produjera sonido para hacerse escuchar y sumarse al tercer día de la manifestación.