Washington.— La CIA y varios de sus líderes recientes redoblaron una campaña para desacreditar una investigación del Senado realizada durante 5 años sobre las estremecedoras técnicas de interrogatorio de la CIA tras el 11S, temiendo que el histórico documento pueda mostrarles como torturadores, en lugar de patriotas, o exponerles a procesos legales en todo el mundo.
El informe del comité de inteligencia del Senado no insta a que se procese a los responsables de malas prácticas, y el Departamento de Justicia no tiene interés en reabrir un proceso penal.
Pero la amenaza sobre los ex interrogadores y sus superiores se vio subrayada cuando un investigador especial de Naciones Unidas exigió que los responsables de «crímenes sistemáticos» comparecieran ante la justicia, y varios grupos humanitarios pidieron el arresto de miembros clave de la CIA y el gobierno del ex presidente George W. Bush si viajan al extranjero.
Miembros actuales y retirados de la CIA respondieron el miércoles, decididos a mostrar el informe del Senado como una maniobra política de los senadores demócratas para empañar un programa que salvó vidas americanas. En una columna de opinión en el Wall Street Journal, los ex directores de la CIA George Tener, Porter Goss y Michael Hayden lo tacharon de «estudio parcial marcado por errores de hecho e interpretación, en esencia un ataque partisano y pobre contra la agencia que más ha hecho por proteger a América».
Hayden fue señalado por los investigadores del Senado por lo que describieron como una serie de comparecencias engañosas o directamente falsas que hizo en 2007 sobre la importancia del tratamiento brutal a los detenidos para frustrar atentados terroristas. Hayden describió el ataque sobre su persona como «irónico a muchos niveles», ya que estas malas prácticas precedieron a su llegada a la agencia. «Estaban demasiado interesados en gritarme», indicó en un correo electrónico a la Associated Press.
El informe de 500 páginas del comité concluyó que la CIA infligió sufrimiento a prisioneros de al-Qaida por encima de su autoridad legal y que ninguna de las «técnicas de interrogatorio acentuadas» produjo información crítica que salvara vidas. El texto citaba documentos internos de la CIA, documentando en detalle cómo se emplearon el ahogamiento simulado y técnicas menos conocidas como la «rehidratación rectal».
La CIA se ve ahora en la incómoda posición de defenderse en público, dado que su misión básica es proteger al país desde el secreto. Su respuesta de 136 páginas indica que los senadores demócratas buscaron en millones de documentos para seleccionar sólo las pruebas que respaldaban conclusiones predeterminadas. «Es como hacer el crucigrama del martes con las respuestas del miércoles», indicó la CIA en un comunicado enviado por correo electrónico.
Desafiando uno de los argumentos más explosivos del informe —que las duras técnicas de interrogatorio no llevaron hasta Osama Bin Laden_, la CIA apuntó al interrogatorio de Amma al-Baluchi, que reveló cómo un agente de al-Qaida llevaba mensajes de y hasta Bin Laden tras su marcha de Afganistán.
Antes de eso, afirmó la CIA, sólo se sabía que el correo Abu Ahmad al-Kuwait interactuaba con Bin Laden en 2001, cuando el líder de al-Qaida era accesible a muchos de sus seguidores. Finalmente, Al-Kuwaiti llevó a Estados Unidos hasta el complejo de Bin Laden en Pakistán.
Basándose en el mismo material que los investigadores, la CIA insistió en que la mayoría de los 20 casos estudiados que cita el informe del Senado muestran en realidad cómo sus técnicas de interrogatorio ayudaron a desarticular tramas, capturar terroristas y evitar otro ataque del estilo del 11S. La agencia dijo haber obtenido autoridad legal para sus acciones del Departamento de Justicia y la Casa Blanca, e hizo esfuerzos «de buena fe» para mantener informados a los líderes del Congreso.
Varios ex miembros de la CIA responsables del programa refrendaron estos argumentos en varias entrevistas.
También replicó el ex vicepresidente Dick Cheney, que en una entrevista con Fox News rechazó el informe en duros términos, afirmando que la estrategia de la CIA para interrogar a supuestos terroristas era necesaria tras el 11S y que las personas que la llevaron a cabo sólo cumplían con su deber.
El Comité Republicano de Inteligencia, por su parte, publicó su propia informe «en minoría» de 167 páginas diciendo que el análisis demócrata era imperfecto, poco sincero y, con un gasto de 40 millones de dólares, un desperdicio de dinero del contribuyente. La oficina de la senadora Dianne Feinstein, que dirigió el informe demócrata, dijo el miércoles que la mayor parte del gasto se debía a los intentos de la CIA por ocultar sus registros.
Si hay algo en lo que todos estaban de acuerdo, era en que la CIA sufrió problemas de gestión desde el principio. La agencia y sus simpatizantes republicanos dijeron que esos fallos estaban corregidos.
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