Con sus urgencias puestas en garantizar la gobernabilidad hasta 2018, el presidente Michel Temer decidió no despedir ninguno de los funcionarios de su equipo mencionados en las 78 delaciones del grupo Odebrecht. Hay 8 de ellos cuyas causas están en manos de la Corte Suprema: es el caso de Eliseu Padilha, jefe de gabinete y Wellington Moreira Franco, de la Secretaría General de la Presidencia. En entrevistas concedidas a medios radiales brasileños, el jefe del Palacio del Planalto se “horrorizó” por el contenido de los testimonios brindados por ex ejecutivos de la constructora. Pero aún así consideró que “no puede paralizar el gobierno”.
Según Temer, no tiene por qué “despedir o exonerar un ministro simplemente porque alguien habló de él. Es preciso que haya pruebas robustas. Y si estas son puestas sobre la mesa, entonces empezaré tomar las debidas providencias”. Con todo, el presidente brasileño admitió que “es muy probable que algunos funcionarios no quieran continuar, porque se sentirán muy incómodos en el cargo. Y es posible entonces que salga del gobierno”.
Hay, en el comandante del Planalto, una intención clara de preservar las señales de mejora que da la economía brasileña. El último boletín Focus del Banco Central brasileño revela que la actividad económica creció 1,31% en febrero, contra todas las previsiones de que habría nuevas caídas. Ese aumento le sigue a otra alza verificada en enero de 0,62%. Con todo, el índice anualizado demuestra una caída de 0,12% respecto a igual período de 2016.
Entre los ocho ministros que fueron mencionados por las delaciones premiadas del holding Odebrecht figuran el jefe de Agricultura, Blairo Maggi; Gilberto Kassab, el canciller Aloysio Nunes Ferreira; el ministro de Desarrollo e Industria, Marcos Pereira; el de Cultura Roberto Freire, además de Padilha y Moreira Franco. De acuerdo con Temer, el procesamiento vendrá después de las investigaciones, pero aun así no significan culpabilidad. Con todo, el presidente sostuvo que “si hay denuncia quiere decir que existe fundamento y entonces se decidirá el alejamiento temporario del funcionario. Solo será definitivo si es que el ministro se convierte en reo de la justicia”.
Temer insistió que el objetivo es preservar la gobernabilidad. Pero también es cierto que una renuncia de un funcionario alcanzado por las delaciones lo convertiría de inmediato en un caso a ser procesado fuera de la Corte Suprema, ya que no tendría más inmunidad y pasaría entonces a ser juzgado en tribunales ordinarios. Es obvio que existe un pacto entre el jefe de Estado y sus dos colaboradores más próximos, Padilha y Moreira Franco para evitar que sus casos salgan de la esfera del Supremo Tribunal Federal.
El presidente ya perdió uno de sus hombres claves, el senador Romero Jucá, quien debió renunciar al cargo de ministro el año pasado al trascender conversaciones telefónicas que mostraban su interés de frenar el Lava Jato. Para el gobernante, la clave ahora es continuar con los proyectos de ley de reforma previsional y de reforma laboral. En verdad, estos son los que reclama el mercado, especialmente el primero, y fueron la razón de ser del reemplazo de Dilma Rousseff, y su consecuente impeachment.
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