La cantante Britney Spears ha cambiado tanto desde sus años más polémicos, marcados por los problemas con el alcohol y las drogas, que ahora no le tiembla el pulso a la hora de asegurar que lleva una vida casi de santa, por mucho que pase la mayor parte del año en la ciudad del pecado debido a su residencia de conciertos en el casino Planet Hollywood de Las Vegas.
«En realidad soy una persona muy aburrida. No salgo de fiesta por ahí. De hecho, no hago nada. Debería ser la virgen María. Creo que mi vida ha dado un giro de 360 grados, ahora todo es diferente. Es un momento diferente en mi vida, una era diferente», afirma la cantante en una entrevista a la revista Flaunt.
La espiritualidad siempre ha jugado un papel muy importante en el día a día de Britney, tanto en sus años de juventud como ahora que es una mujer adulta de 34 años y madre de dos hijos Jayden (9) y Sean (10), ya que sigue pensando que todos tenemos una misión en esta vida.
«Creo que en la vida después de la muerte, por supuesto. Soy una persona muy espiritual. Creo en el cielo y en que todos estamos en este mundo por una razón. Me parece que es para transmitir nuestros conocimientos a otros, y para inspirar a tanta gente como podamos, cada día. Lo importante es ser bueno con los demás, ¿me entiendes? Y devolver a los otros todo lo que has recibido».
Sin embargo, la intérprete sí que ha acabado por perder la fe en el matrimonio después de varias malas experiencias en el terreno amoroso y de su matrimonio fallido con Kevin Federline, padre de sus hijos.
«Creo que no voy a repetir mis experiencias anteriores con los hombres, y tampoco voy a casarme de nuevo, he acabado con todo eso. Puede que tenga algo esporádico, pero no voy a casarme con nadie, no creo en el matrimonio», confesaba en el ‘Carpool Karaoke’ que protagonizó junto al presentador James Corden.
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