RedacciónBrasilia.-“No voy a hacer milagros en dos años”: con esta frase, el flamante presidente interino de Brasil, Michel Temer, mostró ayer su voluntad de permanecer en el poder hasta fines de 2018, cuando termina el mandato de la suspendida Dilma Rousseff.
“Estoy acostumbrado a la presión, a situaciones difíciles, a las crisis. Trabajaré de domingo a domingo, de día y de noche, para cumplir las expectativas del pueblo brasileño”, dijo en su primera entrevista tras asumir. “Quiero que al dejar la presidencia, me miren y por lo menos digan ‘Este tipo ordenó el país’”.
Pero el juicio político a Rousseff, suspendida del poder por el Senado durante 180 días, ni siquiera ha comenzado aún.
No obstante, su retorno a la jefatura de Estado parece poco probable, ya que 55 senadores votaron el jueves por someterla a un procedimiento de destitución por maquillaje de las cuentas públicas, un voto
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