Oscar López Reyes
Cuando en un escrutinio electoral prevalecen la duda, la confusión, el extravío, la distorsión y la presunción de engaño y, en ese impedir del flujo sanguíneo, se reclama la transparencia, lo más sencillo y razonable -para no dar tumbos de tribunal en tribunal, gastando recursos del erario- es el reconteo de votos en un acto público. Se impone que el ejercicio excesivo del derecho emerja en perspectiva de aplicar estrictamente el artículo 1382 del Código Civil.
A Trajano Vidal Potentini, excandidato presidencial del Colegio de Abogados de la República Dominicana (CARD), se le preludia la coyuntura de engrandecerse y ser citado como un modelo/referente, sin necesidad de jurisprudencia ni enarbolar doctrinas jurídicas obstruccionistas.
Si acoge, aunque sea bajo reserva y desecha la manida y estúpida manía de no darse por vencido, se enmarida con el paraíso, en una Nación atestada de pícaros traviesos y sujetos que se resisten a perder, la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE), que dispuso que en un reconteo de ese gremio sean computados separadamente para cada candidato, con vigencia únicamente de los acuerdos aprobados con normalidad.
En el 2014, individualmente Vidal Potentini como secretario de Educación y este servidor como director de relaciones públicas renunciamos del Colegio de Abogados en la presidencia del farsante José Diego García, con quien ahora se dice que pactó, pero que el TSE sostiene que fue irregularmente, o sea, fuera de plazo. También fue aupado por un grupo que le hace honor al transfuguismo y a las indelicadezas.
Como presidente y secretario del Tribunal Disciplinario de organizaciones profesionales y cívico/patrióticas, hemos consumido un tiempo precioso juzgando a abogados que, luego de ser sentenciados, necia y extralimitadamente, han recurrido con todas las pruebas condenatorias en manos, a cuatro y cinco instancias judiciales y presentado hasta 20 recursos tribunalicios para entaponar y entorpecer los procesos, pero han terminado en el fango.
El reconteo jinetea como más saludable, y no hablamos por boca de ganso. A las 11:45 de la noche del viernes 24 de agosto del 2001, la Comisión Electoral del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) emitió el boletín 1, que arrojó 334 votos para Olivo de León, postulado por el forzudo Marcelino Vega, y 287 para Oscar López Reyes, candidato por el nuevo Movimiento Convergencia, con una disparidad de 47 papeletas.
Por los datos extraoficiales que rodaban, los nervios de muchos trepidaban. A la 1:00 de la madrugada, la sumatoria fue suspendida, por cansancio de los actores. Volvimos en la tarde del sábado 25, divulgándose el segundo boletín: 565 a 565 sufragios para cada uno. Nuevamente los nervios temblequearon y todas las partes aceptaron un reconteo manual. La tensión remató el jueves: 580 (51%) para López Reyes y 563 (49%) para De León, con una ventaja de 17 boletas. Ganó López Reyes, con tanta claridad que no hubo pataleos.
Otro torneo emblemático: en las elecciones del 29 de junio de 2019 de Acroarte se despuntó un empate: 101 votos para Fausto Polanco y 101 para Alexis Beltré. Una boleta fue tipificada nula en Nueva York, por haber sido marcada en las dos partes, y la Junta Electoral Dominicana (dos integrantes contra uno), la declaró “no nula”, porque interpretó una intención visiblemente favorable para Beltré, quien subió a 102, y fue proclamado triunfador. Polanco interpuso una demanda por referimiento en suspensión provisional ante un juzgado, que fue rechazada. Luego su plancha auspició la formación de la Academia Dominicana de Periodistas de Arte y Espectáculos (Adopae).
Tercer lance en el periodismo. En los comicios del 6 de septiembre del 2019 del CDP en Nueva York, la plancha 3, encabezada por Erasmo Chalas, obtuvo 22 votos y la 1, liderada por Zenit Díaz, logró 21. Las planchas 1 y 2 (lidereada esta última por Niurka Rivera) argumentaron que hubo un voto nulo, porque estaba sucio de tinta. Impugnaron el certamen y, un mes después, la Comisión Electoral confirmó la victoria de Chalas. Todavía los periodistas dominicanos en Nueva York están rabiosamente divididos.
En estos momentos, el Colegio de Abogados está en el borde del precipicio, casi en el infierno, por la reyerta originada en las elecciones de ese colectivo del 2 de diciembre de 2023, en la que se quiso maniobrar con la cultura del tigueraje y la mañosería. El TSE ha dado ganancia de causa al candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el inexperto gremial Yohan López.
El contrincante presidencial de Yohan López, Trajano Vidal Potentini, aliado del chaquetero y poco diáfano de Miguel Surún, actual presidente del CARD, pudiera, si pone en práctica su inteligencia, dar muestra de una diferenciación con sus colegas que falsean documentos, se inventan testigos en litigaciones temerarias y realizan otros actos inescrupulosos, en un agravio para una falange de jurisconsultos esclarecidos y honorables.
La imagen de los abogados y del CARD está en el piso, desde la década de 1990, cuando empezó el festival de malversación de fondos en ese órgano y dos sometimientos judiciales, que se esfumaron en la impunidad. Imputados ya murieron y los vivos levantan la bandera de las virtudes cardinales, con el postín de un príncipe griego antiguo. Por el desprestigio y la desconfianza, el CARD no ha sido aceptado como integrante del Consejo Nacional de la Magistratura, y avergüenza que ex presidentes devenguen emolumentos sin trabajar y protejan a un raudal de pleiteantes prostituidos.
Trajano Vidal Potentini tornea en la calzada de fijar el diferendo, y posicionarse desde ahora como un candidato potencial para los próximos comicios del CARD. Está llamado a evitar que en ese gremio reine la división, como ocurrió en Acroarte y entre los periodistas dominicanos en Nueva York. Con su buen ejemplo puede ayudar a que se descontinúe la colocación del letrero que reza: «se alquila esta casa, menos a policías ni abogados», y que los togados cumplan con más rigor su rol de auxiliares por excelencia de la Justicia, sin apropiarse de lo ajeno, para honrar a la deidad helénica Temis, la encarnación del derecho.
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