En el espacio interplanetario podemos encontrar millones de partículas de polvo y hielo, así como pequeñas rocas, restos fósiles de la formación de nuestro sistema solar. Cuando uno de estos objetos -llamados meteoroides- entra en la atmósfera terrestre a alta velocidad, el rozamiento con el aire provoca un aumento de su temperatura y los materiales que lo componen subliman (pasan de estado sólido a gaseoso directamente), dando lugar al trazo luminoso comúnmente conocido como “estrella fugaz” y que en astronomía denominamos meteoro. Si el tamaño del meteoroide es lo suficientemente grande como para no desintegrarse y alcanza la superficie terrestre, es cuando hablamos de meteorito.
Gran parte de los meteoros que observamos una noche cualquiera del año -llamados esporádicos- no guardan ninguna relación entre sí. En determinadas épocas del año, sin embargo, la Tierra atraviesa zonas donde la densidad de meteoroides es mayor. Entonces hablaremos de una lluvia de meteoros (o incluso tormenta si su actividad alcanza los miles de estrellas fugaces por hora) con dos características principales: 1) la actividad que puede alargarse semanas, presenta un máximo de unas cuantas horas; 2) si extrapolamos las trazas de los meteoros parecen proceder de un mismo punto del cielo, llamado radiante. Se trata de un efecto de perspectiva similar al que se produce cuando los bordes de una carretera convergen en la lejanía, pues las trayectorias de las partículas en la atmósfera terrestre son paralelas.
Las lluvias de meteoros se denominan según la constelación (añadiendo, en caso de confusión, la letra griega de la estrella más cercana) donde se localice el radiante. Hablaremos de Perseidas, Leónidas o Gemínidas, con radiantes en Perseo, Leo y Géminis, respectivamente.
La mayor parte de las lluvias tienen origen cometario. Los cometas son cuerpos de polvo y hielo cuyo movimiento se caracteriza por la excentricidad de su órbita y su alta inclinación respecto al plano de la Eclíptica (plano definido por la órbita terrestre), llegando a acercarse mucho al Sol y retornando al sistema solar exterior, donde permanecen congelados. A medida que se van acercando a su perihelio -máximo acercamiento al Sol-, el calor sublima los gases de la superficie -a modo de géiseres- arrastrando también el polvo, que se mantiene y, con los años, se distribuye en la órbita del cometa. Cuando la Tierra cruza esta órbita se encuentra con las partículas de polvo -meteoroides- que dan lugar a las lluvias de meteoros.
Así, por ejemplo, la órbita del célebre cometa Halley (1P/Halley) cruza a la terrestre en dos puntos diferentes, por lo que da lugar a dos lluvias de meteoros distintas, las η-Acuáridas de mayo y las Oriónidas de noviembre (ver tabla 1). El caso delHalley no es común si lo comparamos con el resto de progenitores de las lluvias, pues normalmente las trayectorias del cometa y la Tierra solo se cruzan en una ocasión, como ocurre con el resto de lluvias, como por ejemplo las Leónidas, generada por el cometa 55P/Tempel-Tuttle.
La gran mayoría de lluvias de meteoros pueden ser clasificadas como cometarias, aunque algunas tienen un origen asteroidal. Así, Gemínidas, Cuadrántidas y Ariétidas tienen como progenitores los asteroides 3200 Phaeton, 2003 EH1 y 1566 Icarus, respectivamente. De hecho, el origen de las Gemínidas era un misterio hasta que las sondas solares STEREO (NASA) confirmaron la aparición de una pequeña cola al asteroide 3200 Phaeton (en su máximo acercamiento al Sol o perihelio, verLewitt, Li & Agarwal 2013), único objeto que se movía en la misma órbita que la nube de meteoroides causantes de las Gemínidas. A partir de ese momento, a Phaethon 3200 se le conoce como “cometa rocoso”. Un cometa rocoso es un asteroide que se acerca mucho al Sol posibilitando así que se forme una cola por rotura de la superficie, debido al gradiente de temperatura día/noche (puede alcanzar los 1000 K). En el caso de Phaethon, el perihelio es de solo q=0,14 UA o 21 millones de km (la distancia mínima de Mercurio al Sol es de 46 millones de km).
Para el año 2015, el máximo de actividad de las Gemínidas se espera a las 18:00 UT del 14 de diciembre. En Europa, por tanto, la noche del 14 al 15 de diciembre -especialmente después de la puesta de sol del día 14- será el mejor momento para su observación (la noche del día 13, en especial la madrugada del día 14, también se observarán gran cantidad de gemínidas). La Luna, que justo sale de su fase nueva, no será un problema para observar una buena cantidad de meteoros (de media, 1 cada dos minutos) algunos de ellos brillantes (a pesar de que sus velocidades son menores que las Perseidas), si estamos situados en un lugar oscuro y con horizontes despejados.
En los dos últimos años, el espectáculo de las Gemínidas no defraudó (ver imágenes). El año pasado, con una actividad que puntualmente superó los 150 meteoros por hora (ZHR, tasas horarias cenitales, ver Gemínidas 2014), las Gemínidas se convirtieron, un año más, en la lluvia más espectacular del año presentando una actividad superior a las Perseidas (ver Perseidas 2014). En el portal sky-live.tv , la lluvia de estrellas se emitirá, en directo, desde Tenerife, La Palma, Fuerteventura (Islas Canarias) y Cáceres (Extremadura).
Miquel Serra-Ricart es astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), doctor en Ciencias Físicas y Administrador del Observatorio del Teide. Forma parte del Grupo de investigación del Sistema Solar del IAC dirigido por el Dr. Javier Licandro.
Miguel Rodríguez Alarcón es estudiante de 1º de Grado en Física en la Universidad Autónoma de Madrid. Ganador del concurso Ruta de las Estrellas2015 – Canarias. Premio Fundación Disa a la Excelencia Académica (Edición 2015).
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