Por Miguel Mejía
El 27 de junio del presente año publicamos un artículo bajo el título “La solución no puede estar en Guyana” en el que llamamos la atención de nuestro presidente Luis Abinader para que, por un lado, el país no se inmiscuya en el diferendo Guyana-Venezuela y por el otro, cuidar que posibles acuerdos y negociaciones comerciales petroleras y de otra naturaleza con Guyana, como ya se perfilaban en ese momento, no se produjeran con ese país en conflicto territorial. Hoy, volvemos a recalcar en este llamado, porque nuestro país y el pueblo dominicano que atraviesa por una crisis energética, las consecuencias de la crisis climática global, la crisis de la gestión del agua, lo que arriesga la seguridad alimentaria, no se exponga a un conflicto diplomático y político por colocarse, quizás sin mala intención (queremos pensar) del lado de países que defienden a Guyana en este conflicto, bajo justificación de las potencialidades energéticas y su intención de transformar la explotación de petróleo en ese país en una de las más importantes del mundo para constituir un bloque energético en el Caribe, en contra de las posibilidades comerciales de Venezuela como productor de petróleo. En esto, como todos sabemos, están los colonialistas e injerencistas de siempre.
Este diferendo, que lleva más de un siglo, tiene una serie de etapas históricas que explican amplia y detalladamente los esfuerzos diplomáticos, políticos, jurisprudenciales, que se han verificado entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Cooperativa de Guyana, muchos de los cuales han evidenciado el derecho territorial de Venezuela sobre el área que ocupa Guyana Esequibo, sin embargo, a la fecha se han puesto en marcha otras iniciativas tras la búsqueda de una solución armoniosa, en el marco del Derecho Internacional, sin injerencia extranjera.
Quien estudia de fondo las causales históricas y presentes de este diferendo, sin inclinación premeditada hacia una de las partes, podrá comprender cómo se han manejado las etapas, más allá del derecho de los actores claves que son las autoridades competentes de Venezuela y de Guyana.
Seis momentos históricos describen esta situación: Un primer momento que comprende entre los años 1492 y 1840 la formación del territorio, el período colonial e independencia; un segundo momento entre 1840 y 1899 en el cual se manifiesta la agresión imperial, el despojo y fraude arbitral; un tercer momento, entre 1900 y 1966 en el que se produce la diplomacia imperial de las cañoneras, denuncia del fraude, el despertar de la conciencia y el Acuerdo de Ginebra. Entre 1966 y 2015 se verifica el cuarto momento mediante la búsqueda de una solución pacífica y satisfactoria para las partes, en base al Acuerdo, el cual presentaba en perspectiva la posible solución, pero el quinto momento trae consigo la expresión de intereses económicos y políticos, desde dentro y de fuera de las partes e inicia una abierta conspiración contra Venezuela desde 2015 a la fecha.
El sexto momento constituye una nueva etapa en marcha, desde la República Bolivariana de Venezuela que ha decidido convocar un Referéndum Consultivo para el día 3 de diciembre próximo, donde se espera que el pueblo bolivariano se expresara con firmeza en defensa de su soberanía, porque no hay dudas de que el Esequibo pertenece a Venezuela.
En este contexto, el Estado de Venezuela mantiene una posición firme en el reclamo al territorio de la Guyana Esequiba, basada en hacer respetar la extensión territorial original establecida en el mapa de la Capitanía General de Venezuela, en 1777, y ratificada en la Constitución de 1830, la cual en su artículo 5 establece “El territorio de Venezuela comprende todo lo que antes de la transformación política de 1910 se denominaba Capitanía General de Venezuela”
Aunque Venezuela pudiera decir que tiene a su favor toda la sustentación diplomática, política, jurídica para exigir la devuelta del territorio que según los propios argumentos justificativos le ha sido despojado, ha preferido utilizar, en esta etapa un método democrático y participativo, apegado a la diplomacia, reconociendo que se trata de un asunto de soberanía plena y como tal corresponde al pueblo y la sociedad en general manifestarse.
El martes 7 de los corrientes, el presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, convocó un acto denominado “Unión Nacional en Defensa de la Guyana Esequiba” además del desarrollo de la campaña “Venezuela Toda”, con el propósito de reafirmar el sentido de pertenencia del territorio en disputa con la República de Guyana, más allá de las posiciones políticas. En su discurso destacó “No es tiempo de un debate para disolver a la opinión pública, no es tiempo de dividir a los venezolanos y venezolanas, es tiempo de un debate para unir el alma nacional en un todo.”
Así mismo, enfatizó que la historia de Venezuela la caracteriza, principalmente, que nadie les concedió su independencia, que la conquistaron a sangre, sudor, fuego, lágrimas y sacrificio. Denunció también la presencia de una campaña para “enconar un conflicto en escalada” con el propósito de desestabilizar a Venezuela, al Caribe y a toda la región latinoamericana. Concluyó expresando que la actual campaña Toda Venezuela es un buen momento para promover iniciativas pedagógicas para la comprensión de la controversia sobre el Esequibo, que esta campaña ha arrancado con un debate respetuoso, esclarecedor y con las ganas del pueblo de saber la verdad, de defenderla y salir al ruedo a poner la cara por el país.
Las autoridades de Guyana, el pasado viernes plantaron una gigantesca bandera izada por militares guyaneses junto al presidente Irfaan Alí, que ondea en el territorio en conflicto y se propone instalar bases militares con apoyo extranjero en esta zona, lo que demuestra su intención de volver a ser colonia y mantener como suya la zona en disputa apadrinada por aliados internacionales, especialmente Estados Unidos. Han empezado a poner en manos extranjeras la explotación petrolera en la zona en conflicto, violando el acuerdo con Venezuela de no intervenir esta zona en litis. Todo esto constituye una franca provocación que se contrapone al diálogo y la disposición de Venezuela de mantener la paz.
La República Bolivariana de Venezuela está en su lucha soberana difundiendo su verdad sustentada en su historia, la contraparte podría estar en lo mismo como proceda, siendo este conflicto un asunto de soberanía. Lo que no procede es que ningún gobernante de país alguno se preste a hacerle el juego a quienes con prácticas distorsionadoras e injerencistas pretendan desconocer el derecho soberano del pueblo venezolano.
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